Tuesday, December 26, 2006

Partir es vivir un poco

Ahora que estoy a punto de dar un cambio importante al irme de mi país Chile y establecerme en otro país, me empieza a invadir poco a poco la sensación de libertad propia de quienes buscan una renovación.

Hay que creer en los ciclos. Las cosas nacen, se desarrollan y van muriendo poco a poco. La vida es así. Me acuerdo de la bellísima película Princess Mononoke, en donde el Espíritu del Bosque está encarnado en un alce con rostro humano y mirada fija. Él encarna la vida, el poder de darla y de quitarla. No hay una sin la otra. Entonces, su presencia es tan grandiosa que a cada paso que da, el suelo bajo su huella da luz a pasto y flores, que en un segundo nacen, crecen y mueren. La vida de las cosas tiene en sí misma el sello de su muerte, y el del renacimiento bajo otra forma.

A riesgo de sonar hinduísta, nada de lo que muere se pierde. Si una etapa me marcó a fuego, puedo quemar todas mis naves con ese mismo poder que abrasa. Pero la memoria no deja de existir. Graba las inscripciones de lo vivido más allá de lo que uno quisiera tolerar. Los recuerdos se le suben a los hombros a uno como niños malcriados, como ropajes insostenibles. Y llega un momento en que toca renovarse, volver a tener el espacio para hacer otros recuerdos que lo pongan a uno de nuevo cara a cara con uno mismo.

A fines de enero parto a Italia, país que me va a acoger por algunos años. Para mi es una especie de viaje al pasado, considerando que en mi sangre hay rastros que huelen a esas tierras, aunque la mia sea otra, más meridional, más tímida, más pobre y orgullosa. La identidad de la sangre es algo que finalmente hay que aceptar como uno acepta los gestos y forma de caminar que no puede ocultar, que lo acompañan a uno a donde vaya, como mi propia sombra. Una presencia pasiva que no se cansa de gritarte en el espejo que hay deudas que no se pueden pagar, sino aceptando lo que uno es, huesos y alma.

Yo estoy contento de pensar que en mi vida he cruzado varios ríos Rubicón, y que me esperan otros más aún. Es más, creo que no podría vivir en esta piel si no los buscara activamente. Lo que a algunos es un signo de inseguridad, para mi es todo lo contrario. Quiero tener la seguridad de conocer más cosas, de poner a prueba mi capacidad para entender otro lugar, de ampliar las ventanas de mi comprensión. Borges decía que uno conoce otra gente y otros lugares, y que el valor que ello tiene consiste en que se transforman en espejos que reflejan la condición humana y que finalmente le permiten a uno conocerse mejor a sí mismo.

Quiero atesorar todo lo que soy, quiero recordar siempre que desde la roca de mi identidad miro serpentear los ríos que me esperan, las batallas que debo librar, los placeres que me aguardan agazapados como fieras dóciles. Y con esa fortaleza robarle al mundo otra tajada de sus misterios.

Navidad

Dentro de toda la alegría y buenos sentimientos que abundan en estas fechas, de vez en cuando se escucha el comentario de que hay algunos que en vez de alegrarse en estas fechas, tienden a deprimirse. Alguien podría pensar, cómo es esto posible, considerando que para la mayoría de los mortales la navidad es motivo de los sentimientos más nobles y alegres. Pues bien, en este blog me permito ofrecer una explicación personal del fenómeno, ya que yo soy también uno de esos que encuentra la Navidad deprimente.

Y para empezar, no sé si llamarlo depresión. Es una sensación más bien como de angustia, de sin razón. A medida que se acerca la última semana del año empieza una catarsis colectiva en la que todo el mundo comienza a comportarse de una forma determinada, repitiendo exactamente lo del año anterior, sin detenerse a pensar en los motivos que llevan a ello. Y lo que es más grave aún: sin pensar siquiera en si hay alguna alternativa al frenesí navideño.

Puede una persona con lazos familiares y de amistad más o menos normales, abstraerse de entrar en la espiral de regalos y saludos de navidad? La respuesta es evidentemente negativa, ya que la ausencia de los detalles mínimos de preocupación dadivosa por el otro es sinónimo de despreocupación y puede llevar al exilio social. Para aquellos como quien escribe, que gozan del contacto con otras personas, es un costo demasiado alto.

Entonces no hay alternativa. No hay más remedio que asumir la condición de ser social y comprar regalos, saludar a todos y participar del rito. Hasta ahora he logrado plantar una bandera de independencia en mi negativa a enviar tarjetas de navidad, que en las actuales circunstancias no es poco. La angustia causada por la inevitabilidad del rito social no buscado tiene al menos algunos bálsamos aliviadores.

Pero estamos en el frenesí. Y como las personas tienen la antiquísima costumbre de siempre justificar sus actos por un bien o una idea superior, en este caso la navidad se arropa con una serie de frases hechas que en la mañana del 26 de diciembre ya se han archivado para el año siguiente. "El verdadero sentido de la Navidad", "compartir con los seres queridos", "noche de paz y amor" son el leit motiv de estas fechas, y la gente y las empresas de publicidad, y las grandes multitiendas las repiten hasta el cansancio hasta finalmente convertirlas en una moneda gastada, que de tanto ser usada ya se ha borrado de su faz toda inscripción y contenido. Y en medio de este concierto extraño, la Iglesia Católica trata de pasar su discurso, aunque ya pocos la escuchen, como el dueño de casa que se ve sobrepasado por invitados revoltosos e incómodos.

Pero todo esto, que es en sí mismo un poco deprimente, no es la razón más importante para explicar por qué la Navidad me entristece.

Este año 2006 he estado pensando bastante en esto. Y la conclusión a la que he llegado es que con todos sus discursos más bien vacíos de contenido, las navidades tratan de forma superficial los sentimientos que uno tiene hacia otras personas. Y de paso trata de medirlo en la forma de saludos, regalos, etc. Y en este mundo, tal como está, siempre queda la sensación de nada es suficiente, porque los sentimientos son siempre mucho, pero mucho mayores y más complejos que lo que se puede expresar en un día y a través de un regalo (o muchos regalos). Al final es una bacanal de personas que al final de un año estresante tienen que volcarse a las calles a comprar regalos de una manera frenética, por puro compromiso social, ausente de toda su significación religiosa original. Todos chantajeados por un discurso de poca monta sobre la amistad y el amor. Como si un regalo caro pudiera hacernos sentir mejor para expresar un sentimiento. Nada de eso es suficiente. Es como tratar de hablar bajo el agua, como tomar sopa con un tenedor, como tapar el dedo con un sol, como (para ponerme más bíblico) vaciar el mar con un balde. Simplemente no es la forma de asumir todas las cosas que se supone la navidad "realmente significa".

Por eso, como alguien que se ve negativamente afectado por estas fechas fastas, quiero proponer algo que deje felices a todos. Eliminemos definitivamente y para siempre la navidad de los calendarios. Que el 25 de Diciembre pase a ser un día totalmente normal. A cambio de eso, propongo una mini-navidad todos los meses del año, digamos el primer domingo de cada mes. En esta nueva tradición, las personas se reúnen con sus familias y seres queridos y comparten tiempo juntos. Los regalos son totalmente opcionales. De hecho pueden comprarse regalos cuando quieran, sin importar la fecha. Y expresar sus sentimientos cuando quieran, sin recurrir a lugares comunes ni a tarjetas de navidad redactadas de forma industrial. Expresar lo que es específico a cada persona, sin cursilerías. Predicando con el ejemplo y no con conductas autómatas de sociedad cansada e incapaz de mirarse a si misma.

Sería demasiado bueno, tan bueno que hasta creo que ya me siento menos deprimido...

Friday, October 20, 2006

El que mucho abarca... no puede ser feliz!

Hace bastante tiempo que no escribo en el blog, y la verdad es que este silencio no ha sido fortuito. A veces es necesario darse un tiempo para no hacer nada y dedicarse a la contemplación, sin la angustia de sentir que se pierden los días que pasan.

Hace más o menos dos semanas atrás, tuve lo que un amigo mío llama una "epifanía", un momento de revelación. Era un viernes. Mi estado de ánimo era realmente bajo, y no sabía explicarme por qué. Yo pensaba que no había razones para estar tan decaído, pero tenía una tristeza que me apretaba el pecho y una desesperanza que me empujaba hacia oscuras percepciones de la realidad.

Entonces, en ese histórico viernes, me di cuenta de todo lo que me estaba pasando. Me puse a pensar en todas las cosas que estaba haciendo, que responden a una lista de cosas que me gustan y que por lo tanto, en teoría, contribuyen a mi felicidad. La lista de actividades, además del trabajo, era más o menos como sigue:

1. Entrenamiento para la media maratón de Viña.
2. Ensayo con el grupo de rock de los 70s los domingo
3. Estudio de alemán dos veces a la semana.
4. Estudio de guitarra clásica (más o menos todos los días).
5. Fútbol martes y sábados.
6. Organización de reuniones del grupo de lectura
7. Mantención de este nunca bien ponderado blog.

Iba a seguir, cuando me di cuenta de que (al menos para mi) la lista era inhumanamente larga! me di cuenta de repente que estaba haciendo un montón de cosas, y que quería hacer bien cada una de ellas. En efecto, son cosas que me encantan, todas por separado, pero comprendí que hacerlas todas a la vez es absurdo y, más aún, totalmente contraproducente para alguien que hace ya un tiempo decidió que la vida es demasiado corta para pasarlo mal.

Entonces, qué conclusión saqué? que tengo que descomprimirme en mi agenda de "cosas que me gustan", porque de mucho hacerlas, llegué a un estado en que el ánimo se me venía al suelo y ya no me podía levantar.

Pero qué podía hacer? para una persona que siente angustia al prender la televisión (por considerarlo una pérdida de tiempo), no es fácil abandonar proyectos como los enumerados. Sin embargo, traté de pensar cómo era yo antes, y recordé el placer de las tardes de ocio en mi juventud universitaria, después de las pruebas y exámenes, haciendo nada, vegetando frente a la televisión, cayendo en una modorra de colores planos, de paz y silencio, sin problemas que resolver, sin desafíos que encarar.

Así que eso fue lo que hice. Después de la pega, en vez de desesperarme por hacer todas las cosas que me correspondía, hice sólo lo que me daba gana. Y si no quería no hacía nada. Por eso, todos los proyectos de entradas a este blog aún duermen el sueño de los justos. Escribí algo sobre el 5 de octubre y lo importante que fue el plebiscito del 88 en mi vida, pero ahí está, a medio escribir. Tal vez lo publique más adelante. Pero por ahora me conformo con este momento de "desintoxicación", y sentirme contento de que cada mañana tengo más energías, me río más y vengo a trabajar con más ganas.

Nada vuelve a ser como fue, pero tal vez algún día recupere eso que una vez tuve, la inocencia y la capacidad lúdica del que todo lo espera. Como cuando con mis amigos de la universidad me juntaba y caíamos en discusiones eternas sobre nuestro tiempo, y nos prometíamos a nosotros mismos las glorias del mundo, pasando como en un mismo territorio desde lo académico a la poesía y a la conversación sin objetivo, a lo absurdo como expresión estética y feliz de un universo que aceptabamos por lo que era: caótico, sorprendente, hermoso. Cuando, en fin, entonábamos a voz en cuello los versos de Parra: "Viva la Cordillera de los Andes!, muera la Cordillera de la Costa!". Cuando no necesitaba listas de cosas para sentirme bien, cuando vivía sin pensar y todo, todo tenía sentido.

Tuesday, October 10, 2006

Faithless

Esto ocurrió hace algunos meses. Una tarde de fin de semana, fui a mi video club a buscar una película. Sin saber bien qué quería ver, tomé casi por descuido varias cajas, sin saber bien qué elegir. ¿Por qué finalmente me decidí por "Faithless" de Ingmar Bergmann? No sé. Realmente no se ajustaba a lo que cualquier ser humano quisiera ver un sábado en la tarde. La película prometía un guión tan denso como de buena calidad, y no me defraudó.
En la película, una relación matrimonial es abruptamente interrumpida por la infidelidad de la esposa con el mejor amigo de su marido. No es una infidelidad simplemente carnal a lo Hollywood. Es un reflejo de la búsqueda desesperada de la felicidad, que en el mundo amargo y desencantado de Bergmann es como un caminar ciego en la oscuridad.
Todo es contado como un libro, escrito por un solitario escritor que en sus postreros años se dedica a narrar esta historia, que es la historia de su vida. Los personajes entran en una vorágine de traiciones y de sentimientos cruzados, que los superan y crean un mundo de sufrimiento que es tan intenso como auto-creado. Huérfanos de referentes inmanentes y religiosos, se ven envueltos en una encrucijada de la que no son capaces de salir, sin caer en la más total autodestrucción. En un mundo sin el Dios prometido por la cultura protestante y su moral asociada, todo lo que queda es uno mismo. Y eso no es suficiente para salvar las contradicciones del alma humana, sus debilidades y fallas.
La película es magistral, y aunque me puede haber amargado un poco mi sábado ya lejano, es una historia terrible y magnífica sobre las debilidades humanas, sobre cómo algunos tienen escrito en la frente la soledad de los años, y cómo la búsqueda de la felicidad en un escenario donde los hombres y mujeres están abandonados a su suerte en un mundo desencantado, trae en sí mismo el gérmen de la miseria, la decadencia y la condena a una vida de recuerdos amargos y de oportunidades perdidas a manos de las propias debilidades.

Tuesday, October 03, 2006

Luces y sombras del presupuesto

Yo vi a Velasco. Se sacó la careta de efigie helénica e incluso dejó de lado esa sonrisa burlona que se pinta todas las mañanas para dar a conocer por fin lo que muchos queríamos saber: en qué vamos a gastar (o invertir) la plata del cobre.

Los días previos ya se había generado un debate, que una vez más desilusionó por lo pobre: o bien eran ideas aisladas y un poco excéntricas (partiendo por lo dicho por la Ministra de Defensa de dar créditos blandos a Haití) o bien se centraban simplemente en un tema de cuánto se va a gastar, como si la pregunta de en qué ya estuviera resuelta.

Aparentemente ya estaba resuelta. La cuenta de Velasco fue contundente y magnífica. Magnífica en el más profundo sentido de la palabra. Magnas cifras, magnos aumentos porcentuales, magnas palabras. Quiso dar una sensación de que arriba había gente que estaba muy segura de lo que estaban haciendo, y lo consiguió.

Primero parto por las luces. No podría estar más de acuerdo en lo obvio del presupuesto: el tremendo gasto social es lo que había que hacer. No hay muchos misterios en eso. Nadie podría dudar que en un país como Chile, donde la desigualdad en la distribución del ingreso es atroz, hay que tomar medidas urgentes para hacer un poco de justicia y no conformarse con reducir la pobreza, sino que hacer que el trabajo sea efectivamente fuente de bienestar y no sólo de subsistencia como es ahora.

Pero todo lo demás guatea. Y no es por ser negativo, pero el presupuesto está empapado del mal mayor del gobierno: la falta de una dirección, la ausencia de un "espíritu" que guíe las acciones del país, y que marque una ruta original, que refleje una visión del país que se quiere.

Las palabras de Velasco son interesantes: compara la situación actual con la época del despilfarro del salitre, a comienzos del siglo XX. En esa época, como dice el Ministro, se construyeron palacios, nos disfrazamos de algo que no éramos, y nuestra aristocracia de tonos menores se fue de shopping a París pensando que bastaba con oler a perfume francés para ser europeo. Todo en el momento más trágico de la cuestión social, con una miseria que era varias veces más terrible y profunda que la de ahora.

El Ministro dice que hoy, por fin, vemos la luz al final del túnel del subdesarrollo. Que depende de nosotros salir de este estado que ha sido nuestra condición histórica y convertirnos en país desarrollado, codeándonos con los grandes del sistema internacional. La diferencia con la época del salitre, entonces, no son los objetivos. Todavía queremos parecer europeos. Lo distinto es que hoy tenemos más plata aún y estamos dispuestos a invertir en serio para hacerlo.

Ser potencia agroalimentaria, exportar salmones y madera, ser potencia minera, son objetivos que ya están. Un gobierno debiera ser capaz de tomar lo que ya existe y darles un sentido de unidad, demostrar que están ahí para liderar una sociedad hacia un nuevo nivel de desarrollo en que no sólo valen las mediciones de ingreso per cápita y la capacidad de inversión.

Se gasta en lo social, y está muy bien. Se sabe construir casas, y cada vez mejor. Hay más y mejores hospitales, y está muy bien. Se invierte en educación, que es muy positivo y necesario. Pero el panorama empieza a oscurecer cuando llegamos a temas nuevos donde se requiere de una propuesta audaz, como la innovación, por ejemplo. Da la sensación de que el gobierno arroja recursos a un área que reconoce como importante, pero donde no sabe muy bien a dónde dirigir. Confiado de que aumentando la asignación de fondos a CONICYT se produzca más y mejor ciencia, como por arte de magia.

Donde está en este presupuesto el compromiso y la deuda social de Chile con sus poblaciones indígenas? Dónde están los planes de innovación energética? dónde está el medio ambiente, que es central para el desarrollo del país? que tipo de sociedad quiere el gobierno para el país? No basta con decir "queremos una sociedad más justa, más solidaria, más democrática, más participativa". Eso es poesía. Cuál es la estrategia del gobierno para desarrollar a Chile?

Al final de la cuenta de Velasco queda la sensación de que el gobierno sabe sumar y restar, pero que no tiene imaginación. Que ha tenido una suerte envidiable al encontrarse con una bonanza del precio del cobre nunca antes vista, pero que no ha sido capaz de pensar en grande y lanzar un gran proyecto país equivalente. Mucha plata, gastada de forma conservadora, sobre la base de pocas ideas.

Por eso, al final de su discurso soy yo el que esbozo una sonrisa irónica cuando el Ministro dice: "no sólo vamos a gastar más, vamos a gastar bien". Confiemos en la buena fe y en la suerte del Ministro.

Tuesday, September 12, 2006

Historias de taxi

Hace un par de meses tomé un taxi a la salida de mi trabajo. Como siempre, hice parar a uno al azar. Me subí, y le indiqué al conductor a dónde iba. Un tipo bastante joven, que para escucharme tuvo la delicadeza de bajar el volumen al reggaeton que hacía zumbar su equipo de amplificación.

Por suerte lo dejó bajo. Suficiente para sostener una conversación. Pero yo no veía qué podíamos tener en común él y yo, un tipo mucho más joven que yo, taxista, amante de los ritmos tropicales. No se me ocurría qué tema podíamos abordar. Con gran naturalidad y espontaneidad, despejó mi duda. Luego de un par de cuadras, levantó los ojos y por el espejo retrovisor me preguntó:

"Le gustan los perros?"

Sin saber bien a dónde se dirigía la pregunta, le respondí que sí, que había tenido un par de perros cuando niño y que en general tenía cierta afinidad con los canes, a pesar de que en mi vida adulta había desarrollado mucha más cercanía con los felinos.

Sin prestar atención a mis introspectivos comentarios, el taxista abrió la guantera y sacó un papel y sin dejar de mirar el camino, me lo pasó por entre los asientos delanteros.

"Éste es mi campeón", me dijo. "Me llamaron para que lo cruzara. Me ofrecían 50 lucas por cruzarlo con una perrita". Vi los ojos del taxista cuando los levantó para mirarme de nuevo por el espejo. Tenían una mezcla de soberbia juvenil y felicidad de encontrar a alguien que escuchara sus historias. "Yo le dije que nunca menos de 100 mil. Este perro es fuera de serie".
El papel era una mala fotocopia, donde aparecía en gloria y majestad el perro en cuestión, irradiando esa vitalidad inocente y nerviosa propia de los perros jóvenes.

Yo sabía que si abría la boca y seguía la conversación, no habría forma de parar el entusiasmo de mi conductor. Con un poco de temor, y consciente de que en cualquier caso la carrera no era tan larga, le pregunté por la raza de su perro.

"Es un pitbull", dijo con orgullo. "Pero es una variedad, más flaco, más liviano, aunque súper musculoso. El perro vuela".
Quizá quiso decir que el perro corre rápido, pensé. Con tan poco peso y con una buena musculatura, probablemente sería un campeón en las pistas de un canódromo, aunque admito que no sé si existe algo así en Chile. Me lo imaginaba recibiendo apuestas por el perro, una especie de mafia que funciona sólo un día de la semana, y que lo del taxi lo hace para matar el tiempo entre carrera y carrera. Quizás eran todas fantasías mías. Igual ya me había picado la curiosidad.
"¿Cómo es eso que vuela?". Pregunté en un semáforo rojo.
Tal vez lo descoloqué con la pregunta, porque se tomó algunos segundos para examinarme de nuevo. Quedó como pensando si valía la pena contarme a mi, su pasajero anónimo, sobre las proezas de su mascota. Su celular lo sacó del ensimismamiento. Los acordes polifónicos de la cumbia "Haciendo el amor - toda la noche" repicaron penetrantes desde el aparato.
Por lo que pude entender de la conversación (de cuya audición no hubiera podido sustraerme aunque hubiese querido), finalmente le ofrecían 100 mil por la cruza. Colgó con una sonrisa de satisfacción.
"Ve? Si este perro es un campeón", repitió. Y ya decidido a compartir su alegría conmigo, me dijo, mientras aceleraba frente a la Estación Mapocho: "este yo creo que va a romper todos los records".
"De velocidad?"
Su sonrisa se hizo aún más amplia.
"No, de salto alto".
No sabía si reirme o no. Era broma, o estaba hablando en serio?
Como ya íbamos pasando frente al Parque Forestal, me dijo: "ve esos árboles? el domingo pasado lo trajimos aquí con un amigo mío y lo hicimos saltar por sobre una cuerda que atamos entre esos dos árboles. Al principio partimos en un metro, luego fuimos subiendo y cuando ya íbamos en cuatro metros y medio, no lo podíamos creer!".
"Es realmente increíble!" repliqué, ya con cierto interés, aunque para mis adentros me parecía que era como esas cosas que aunque extraordinarias, no tienen absolutamente ningún sentido.
"Y espérese no más", continuó. "El próximo domingo lo vamos a llevar al torneo, lo estamos entrenando y esperamos que salte por sobre los cinco metros y medio!".
Estiró de nuevo el brazo hacia la guantera y sacó un segundo papel, esta vez un poco mejor producido, aunque aún no fuera más que una fotocopia artesanal. Era el volante del concurso al que presentaría al campeón.
Ya estaba cerca del lugar donde tenía que bajarme. Para mi sorpresa, antes de darme la copia del volante, tomó un lápiz, mientras yo sacaba la plata para pagar la carrera, y anotó sus datos, número de celular, y su nombre. Me dejó invitado al evento, y me dijo que es importante que vaya gente, porque así se sabe más del negocio y además es un espectáculo increíble, en sus propias palabras.
Me bajé del taxi agradeciéndole la invitación. Y mientras caminaba a hacer los trámites que tenía programados, pensaba en la posibilidad de ir, de pura curiosidad. Ganaría la prueba? tal vez el perro terminaría amurrándose y se negaría a mover ni uno sólo de sus elegantes músculos de los que su dueño estaba tan orgulloso. Tal vez, por el contrario, se llevaría todos los honores y los premios, y sería el inicio de un gran negocio de cría de perros campeones, tal vez mi taxista estaba a punto de convertirse en un exitoso empresario de un campo tan extraño como los perros saltadores.
Pero más que eso, me quedó una sensación de extraña alegría. Me di cuenta de que las ciudades tienen esto, y lo ofrecen a gritos: la infinidad de realidades tan distintas que comparten un mismo espacio de calles y edificios. Que a veces uno está tan perdido en las rutinas y en las caras conocidas que olvida que el mundo es un lugar enorme, lleno de historias, y que a veces la suerte abre una ventana y le permite a uno conocer, aunque sea en diez minutos, los sueños y preocupaciones de otros, que a mi me pueden parecer extraños, pero que para el otro es el pan de cada día. En medio de mis cavilaciones, caminando de vuelta a mi oficina, me dejé llevar por la idea de que para muchas personas estas cosas son las que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la felicidad y la vergüenza, entre el reconocimiento y la condena de un conductor de taxi a la perpetuidad de su anonimato urbano. Aunque todo penda de un encuentro fortuito, de un perro, una cuerda y un vuelo mortal hacia un mundo en que todo puede suceder.

Friday, September 08, 2006

De nuevo la pastillita?

Un amigo mio me comentaba sobre las irregularidades que se producen en los procesos de adopción internacional. Según él, hay instituciones, generalmente vinculadas a la iglesia católica, que cobran cifras altísimas por el trámite, y que se enriquecen a costa de la ilusión de las parejas que no pueden concebir, y a costa de la felicidad y seguridad de los niños. Mi amigo llevaba el argumento a un extremo, diciendo que, dado que la existencia de niños abandonados alimenta el lucrativo negocio de las adopciones internacionales, sus posturas en contra del aborto y de los métodos anticonceptivos tendrían una motivación económica más que moral.

Probablemente esto es un poco exagerado, tiendo a desconfiar de las tesis tan rebuzcadas o donde hay una conspiración masiva y espectacular. Todo el discurso de los curas en contra del aborto sólo para cobrar más por las adopciones? es un poco inverosímil para mi gusto.

Sin embargo, debo reconocer que me hizo pensar en esa vieja linea de razonamiento en que uno se preguntaba qué lugar le cabría a la iglesia católica en un mundo sin pobreza, sin enfermedades, sin ignorancia. Tendrían la misma utilidad los curas en la población, cuando ésta sea educada y próspera? cuando ya no haya niños abandonados, cuando los viejos tengan un trato digno, cuando se acabe la pobreza y la marginalidad?

Tal vez sirva un par de ejemplos de países desarrollados que en buena parte han superado estos problemas: pienso en Nueva Zelandia, donde desde un comienzo la naturaleza exuberante y la mentalidad trabajadora de los colonos les imprimió una vida esforzada de trabajo y sacrificios, pero no de hambre o marginalidad. Una sociedad abierta, donde hay libertad de pensamiento y donde no hay pobreza o indigencia, y que tiene una bajísima presencia de las iglesias como actores relevantes de la vida nacional. En un país así asisten a misa sólo aquellos que por opción personal, buscan los ritos y cultos, de rezos y ostias. Los curas se limitan a dar su opinión sobre temas morales dentro de las iglesias. Sus opiniones no pasan la puerta del templo.
Y en Chile? La iglesia por un mandato que le da el peso de la noche, levanta su voz en múltiples debates, donde lo que importa es la voluntad popular por una parte, pero también el bienestar material de la población, sin más miramientos que los principios de igualdad, justicia social y democracia. Para emplear un lenguaje bíblico, se sienta a la mesa de una casa donde no ha sido invitada.
El tema de la píldora del día después me despierta todas mis aprehensiones anticlericales, donde con tal de salvar el principio teológico de que la vida y la concepción no deben ser obstruidas por obra humana, se impide que las jóvenes del país tengan acceso a soluciones efectivas (o que al menos ayudan) a problemas tan graves como el embarazo adolescente y los niños no deseados.
Es de todos sabido que este problema es muchísimo más grave entre los segmentos más pobres de la población. Aquí el hacinamiento, la falta de privacidad y las condiciones de vida más precarias contribuyen a un inicio temprano de la actividad sexual. Y por supuesto, como la introducción de métodos de control como el preservativo está aún lejos de tener un uso masivo, los embarazos de menores de edad es pan de todos los días.
Ciertamente esta es la mejor receta para perpetuar la pobreza y la marginalidad. Los hijos nacidos en hogares de bajos ingresos probablemente tendrán una infancia triste, con una escolaridad siempre escasa, de mala calidad y siempre en peligro de terminar incompleta. Esto sin mencionar la alimentación insuficiente y las penurias propias de la escasez de medios.
Una feligresía pobre e ignorante es el mercado perfecto para la iglesia católica. Con menos educación tienen menos capacidad crítica y menos tiempo para cuestionar sus preceptos dogmáticos. Una población apremiada por las injusticias de la sociedad es mucho más propensa a apoyarse en una institución que le promete una vida mejor después, en el más allá. Que el sufrimiento en este mundo será compensado por la gloria de vivir en el cielo. Que Dios sabe mejor que nadie que somos buenos y que tenemos que poner la otra mejilla, sin importar de dónde venga la bofetada, o si ésta es merecida o no.
Mi amigo hubiera dicho que la oposición a la pastilla del día después se explica en el fondo por el interés de la iglesia católica de perpetuar la marginalidad, de asegurarse una feligresía tan ignorante y pobre como fiel y sumisa.
Yo no estoy de acuerdo. Es cierto que las opiniones que hemos escuchado estos días de parte de la jerarquía eclesiástica son como siempre un lastre en el desarrollo social de Chile. Yo no creo, sin embargo en una teoría del complot. Simplemente creo que en pos de defender el dogma, de proteger el discurso papal y de conservar su poder social, todas las consecuencias de sus palabras, es decir, más pobreza, más ignorancia, más marginalidad, simplemente, NO LES IMPORTA.
Bienaventurados los pobres de espíritu? los que tienen hambre y sed de justicia?....

Monday, September 04, 2006

El inicio de mi carrera artística

Y algún día tenía que pasar. Finalmente mi banda tocó en público, si bien en un acto de colegio, muy de bajo perfil, había alrededor de 200 personas. Todos mis compañeros estaban sobreexcitados. Sólo los días anteriores, en nuestras conversaciones previas, supe que sólo uno de los cinco tenía más de una presentación pública en el cuerpo. Y no era yo.
El programa (convenientemente negociado por nuestro baterista) decía que nosotros abríamos un show que contendría unas 8 bandas, todas las cuales compuestas por alumnos del colegio. Menos nosotros claro, que ya llevamos unas buenas temporadas como egresados de la enseñanza media.
El pánico cundió en la banda al asumir que los jóvenes eran genios talentosos, que nos iban a dejar en ridículo. Si tocábamos primero (razonábamos en emails los días previos), al menos podríamos huir entre los abucheos correspondientes, tal vez dejando atrás toda dignidad, pero salvando la integridad física.
En esas condiciones nos juntamos a ensayar algunas horas antes del concierto. El ensayo estuvo plagado de errores, discusiones, tensión. El segundo guitarrista venía llegando de un viaje y estaba con un jetlag que se le notaba en la cara (no tanto en los dedos, por suerte). Pero ya era tarde para echar pié atrás, así que nos encomendamos a todos los santos (ya que hasta donde sé, los rockeros no tienen aún un patrono) y metimos los instrumentos al auto y partimos.
Yo me había logrado escapar de la oficina, con el costo de no haber almorzado. Estaba con un hambre que me apretaba el estómago. A la salida del salón donde tocábamos había un puestito donde dos niñitas escolares que trataban por todos los medios de parecer adolescentes vendían comida chatarra en bolsa. Me engullí dos paquetes de lo que en mi época se llamaban Chesters, reinventados para una nueva generación. Nuevo nombre, mismo sabor, misma saturación de grasas indigeribles.
Con ese nivel de lípidos en el sistema, ya todo me parecía fácil de hacer. El baterista, hecho un nudo de nervios, me dijo en un momento que lo más digno era decir que uno de los integrantes se había enfermado repentinamente y que mejor nos retirábamos antes del superlativo ridículo que estábamos apunto de autoinferirnos. Tomó un poco de esfuerzo convencerlo de que nos quedáramos. Por suerte empezaron a ofrecer copas de vino para los apoderados. A quinientos pesos el vaso, podría haber complementado perfectamente la dosis de grasas ingerida, pero tuvimos que pasar a la prueba de sonido.
Y aquí tuvo lugar el momento mágico. La epifanía. Con muy buenos amplificadores, en una sala de buena acústica, nos pidieron que tocáramos algo. "Cualquier cosa" dijo el tipo detrás de la mesa mezcladora. Escogimos la primera canción que teníamos para el repertorio. El primer acorde sonó tan bien, tan profesional, tan lleno, que yo sentí que los siete temas que habíamos preparado nos iban a quedar cortos.
La gente iba llegando de a poco. Muy de a poco. Dos estudiantes vestidos con ternos que les quedaban grandes fueron al escenario y trataron de entretener al escaso público. En ese momento la excitación nos hizo decidir subir al escenario y tocar lo antes posible. El guitarrista con jetlag y el baterista enervado hacían presión para que partieramos de una vez. Por último si nos iba mal, argumentaban, las 20 personas presentes no eran suficientes para conformar una turba linchadora. Nos defenderíamos.
Así lo hicimos. Hablamos con los púberes presentadores y luego de unos minutos, Fuimos detras del escenario, donde una cortina ocultaba nuestros nerviosos preparativos. Finalmente nos anunciaron. "Con ustedes... Viejos y Mañosos!!!". Para mi sorpresa, en esos minutos (que tal vez fueron más de lo que yo podía darme cuenta) el salón empezó a llenarse, y ya se podía decir que había una "audiencia".
Aquí una disgresión para los que nunca han estado en una situación así: de noche, con iluminación directa, la luz que ilumina al artista le da en la cara, por lo que está casi totalmente encandilado para ver más allá del escenario. Lo que se veía eran las siluetas de cabezas que conversaban y que llenaban ese espacio informe y oscuro para el cual estábamos tocando.
La primera canción (que sabíamos que sonaba bien) salió perfecta, pero hasta que el último acorde empezó a apagarse, era como un ensayo más.... hasta que cayeron los aplausos y las demostraciones espontáneas de que la cosa estaba gustando.
El resto del repertorio fue como un continuo del cual no me acuerdo mucho. Salió todo a pedir de boca, con un par de errores, pero que probablemente sólo nosotros pudimos notar. Y las ovaciones no se dejaban esperar. De hecho por ahí por la cuarta canción la gente coreaba "otra, otra". De potencial turba pasaron a ser "nuestro amado público".
Cuando se acabó y tuvimos que dar paso a la banda siguiente nos picaban las manos por seguir. Tomamos nuestros instrumentos, amplificadores, y nos fuimos, ya mezclados entre el público. Todos sonreían. Todos los sueños de adolescentes de tocar como los ídolos, las ganas de tener el talento de los grandes, de dedicarse a la música y a los escenarios se reflejaban en esa sonrisa. Aunque fuera en un oscuro salón de colegio, con familias que no sabían mucho lo que estaban escuchando. Pero nos veían partir como los que tocaron y sonaron bien, los que hicieron canciones a partir de notas bien puestas en un tiempo armonioso. Los músicos se retiraban. Aficionados, pero músicos al fin.

Tuesday, August 29, 2006

Y la verdad nos hará libres...?

Leo con horror que el nuevo Papa tiene "ciertas discrepancias" con la teoría de la evolución de las especies. Para él no tiene mucho sentido esta idea de que las especies tienen que luchar por la subsistencia, y evolucionan para adaptarse a su medio de mejor manera y eventualmente convertirse en una especie dominante, hasta que otra mejor preparada la desplace.

De dónde viene esto? Yo estaba tan contento con don Benedicto, que se había mostrado firme contra los Legionarios de Cristo por ejemplo, no perdonándoles los escándalos de pedofilia. Aunque bien mirado, es como decir que nos parece extraordinario que el Jefe Espiritual del Catolicismo aleje de posiciones de poder a un sacerdote que abusa sexualmente de niños... uhm.... no debería en realidad ser lo MÍNIMO aceptable? Tal vez con J.P. II nos acostumbramos a aceptar que las cosas estuvieran por debajo de ese mínimo aceptable, y por eso B.XVI gana bonos de popularidad por hacer cosas que son básicas.

A pesar de este comienzo auspicioso en que primaba el sentido común y la justicia ante la desfachatez e indolencia de los jerarcas eclesiásticos, hemos vuelto a la realidad, al ver que don Bene recupera con decisión y empeño sus tendencias oscurantistas, que los papas anteriores han hecho tradición y orgullo dogmático.

Que pasó entonces? hasta el Papa anterior, reconocido por su falta de apertura a una visión moderna de la sociedad aceptaba la teoría de la evolución como aceptable. Sabemos que este debate es mucho más fuerte en Estados Unidos, donde aún se discute si el darwinismo es cierto o no. Será que los obispos católicos norteamericanos han logrado posicionar el tema en el Vaticano? Sería interesante saber qué conexiones explican este resurgimiento de un debate ciertamente banal y anacrónico.

Incluso don Bene y sus acólitos proponen una alternativa: el así llamado "diseño inteligente", en el que sí hay una evolución, pero "algo" o "alguien" determinó que este camino evolutivo terminara con nosotros los humanos, a imagen y semejanza del creador, y por lo tanto divinos en algún grado. De más está decir que es como mezclar peras con manzanas.

O sea, las innumerables evidencias de la existencia y validez de la evolución no tiene ninguna relación con creer o no creer en una divinidad. Se puede tener o no tener fe. Pero cuando se busca la cuadratura del círculo en la evidencia empírica, cuando las creencias religiosas toman ofensa de las pruebas científicas, algo anda mal. Porque los relatos religiosos no son más que explicaciones de las legítimas inquietudes trascendentales que a todos nos inquietan en algún momento de la vida. Y no debieran ser nada más que eso.
¿Cómo pueden discutir la validez de la teoría de la evolución, llena de evidencias concretas, llena de pruebas que aparecen por todas partes sin siquiera buscarlas, y al mismo tiempo pedir que creamos en dios, para lo cual no existe ninguna prueba más allá de la fe ciega? Yo podría decir al final que da lo mismo, que el papa y sus papistas crean lo que quieran, y se enfrasquen para siempre en sus devaneos teleológicos. Pero no da lo mismo, porque lamentablemente la iglesia católica tiene aún una influencia muy grande en la educación, en la opinión pública y en la política, y el daño que pueden hacer es muy grande, una vez que se consolidan estas posturas absurdas.
Cuando la religión se transforma en una atadura a crecer como personas y a desarrollar nuestra condición de seres inteligentes, creo que la mejor opción es huir de ella lo más rápido posible. Y también de todos los que la sustentan.

Monday, August 28, 2006

O sea... pongámonos de acuerdo, ok?

En un país como Chile, debieramos tener clarísima la idea de qué es una democracia y cuándo estamos frente a algo que no lo es. También debieramos saber bien que la democracia no es un estado natural de las cosas. Que apenas surgen tendencias golpistas, o cuando emergen grupos y tendencias que tratan de limitar libertades y hacerse de un poder que pasa por encima de los demás, hay que actuar rápido para defenderla. Si se mira hacia atrás en el tiempo, se ve perfectamente que las personas no han gozado de democracia en la mayor parte de la historia de la humanidad. De hecho, siendo realistas tenemos que asumir que las libertades civiles, la capacidad de expresión libre, las trabas al desarrollo social, son invenciones modernas, que tal vez son consustanciales a la felicidad de los seres humanos, pero que están lejos de ser necesarios para la subsistencia de la sociedad.

Cómo explicarse de otra forma que en América Latina, por ejemplo, el péndulo político tenga un arco corto en el lado de la democracia y se pegue al lado del autoritarismo con más frecuencia de la necesaria? Los intentos de reforma democrática quedan reducidos a gestas políticas que después adornan las poleras de los adolescentes o bien caen en la corrupción que los transforma más bien en maquillaje, en un juego de humo y espejos, donde todos jugamos a ser felices y a no reparar en la desnudez de nuestros emperadores.
La democracia es en sí misma una idea muy sencilla. Las mayorías gobiernan a través de sus representantes, y respetan a las minorías, sobre la base de la igualdad y el respeto a los derechos humanos básicos. Las minorías eventualmente se transforman en mayorías.
No cabe en este esquema un gobierno que interviene el poder judicial y elimina a jueces que no le sigue sus amenes. Un gobierno que se perpetúa y que descalifica a la oposición. Que no vela por un juego democrático limpio. Que trata de intervenir en otras democracias. Que persigue y hostiga a quienes no están de acuerdo con sus puntos de vista. Que monopoliza los medios de comunicación. Que genera expectativas infundadas en la población más pobre. Que utiliza recursos públicos irresponsablemente. Que hace de la demagogia el pan de cada día.
Chile debería saber todo esto. Y no hay razones de simpatía ideológica que lo justifique. El romanticismo hay que dejarselo a los poetas. Los políticos, si son serios, deben tomar sus decisiones sin consideración de las palabras bellas o de los ideales que algún día fueron un planteamiento válido pero que hoy se caen a pedazos. Un adversario común tampoco justifica nada. Una persona que pone una bomba en un lugar público pero que privadamente es generoso y considerado, es un terrorista y no hay discusión que valga. Un pacifista que privadamente golpea a sus niños es un criminal y no hay discusión que valga. Un dictador que se opone a un imperio opresor sigue siendo un dictador. No lo transforma en bueno.
Si Chile ha aprendido algo de su historia, si en algo pesa nuestra experiencia de país democrático, si algo nos dicen nuestras heridas y recuerdos amargos, si en algo valoramos lo que hoy tenemos, no podemos votar por Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU.

Thursday, August 10, 2006

La vida es un eterno flashback


En la universidad yo participé de algunas publicaciones, escribí varias veces sobre la realidad que me tocaba vivir. Mi estilo era intencionalmente polémico, con el consiguiente surgimiento de enemigos naturales (los atacados por mis encendidas líneas) e inesperados (sorprendidos, envidiosos, etc.). Las temáticas en esa época (principios de los 90's) eran muy marcadas, y giraban en general en torno a cómo construir la democracia luego de la dictadura, y más específicamente en mi caso, en cómo la llegada de las autoridades electas trajo casi automáticamente un desencanto profundo. Esperabamos tanto del nuevo presidente, creimos que todo efectivamente sería un arcoiris de oportunidades y tolerancia. Deberíamos haber estado preparados para lo que pasó, y saber que 20 años después tendríamos esta democracia sin gusto a nada, como una polera gastada luego de muchos enjuagues y centrifugadas de ideas repetidas hasta el cansancio.

La crítica era justamente ésa: esto que empezó el 12 de marzo de 1990 (que dicho sea de paso, fue mi primer día de clases en la Universidad... qué sugerente, no?) no era lo que esperábamos. Pero ahora mirando hacia atrás, la reacción debió haber sido otra: eso que llegó luego del fin de la dictadura fue un lujo que no supimos aprovechar, o no estabamos preparados para hacerlo.

Mi ruta de ideas fue bastante lógica y creo que hasta predecible (ex post, por cierto):
A los 15: púber ignorante, preocupado más del disco debut de Metallica que de otra cosa.
A los 17: adolescente que defiente con pasión y profunda ignorancia una democracia prometida por el tambaleante proceso político del país. Lágrimas el 5 de octubre del 88.
A los 19: estudiante universitario, más activo en política pero paulatinamente desencantado por las "ligas mayores" de la vida pública. Un hijo de la dictadura no sabe bien qué hacer con tanto espacio. Entiendo qué quiso decir Fromm con eso del "miedo a la libertad".
A los 20: crisol de sensaciones contradictorias, dedicado a redactar encendidas filípicas contra la ultraizquierda promiscua, borracha y totalitaria.
A los 22: convencido de que todo vale hongo, abocado a sacar mi tesis de grado y ganar un poco de plata.
A los 25: casado, viviendo una vida de pequeño burgués, y trabajando. Pensando que la vida ya resolvió sus preguntas más fundamentales y que lo que sigue son porciones más grandes o más pequeñas de lo mismo.
Por supuesto, nada estaba resuelto. Fukuyama hubiera dicho que mi historia personal ya había resuelto sus contradicciones básicas, y lo que seguía era simplemente una repetición de lo ya existente, de lo ya logrado.
Pero la vida se recrea, renace destruyendo algunas cosas y presentando otros desafíos que traen nuevas preguntas.
Creo que es muy interesante ver que los viejos temas del desencanto con la democracia vuelven a producirse, y se levantan como nuevas interrogantes que afectan mi vida como persona preocupada de temas públicos. De hecho el título de este blog - Homo Ludens - responde un poco a una visión irónica sobre el poder, las estructuras y la sociabilidad política. Ante un sistema que no responde a las preguntas básicas que uno puede tener como honesto interés en temas de fondo, tal vez no queda más remedio que tomarse las cosas de forma ligera, despreocuparse en parte de la gravedad de los grandes temas y reirse un poco de uno mismo.
Seguramente el éxito de publicaciones como The Clinic responde también a un sentir generalizado de que la única forma de aterrizar en este ambiente convulsionado por las grandes ideas y por las pequeñeces de políticos y ciudadanos rasos es aceptar con humor una realidad que nos supera y que está lejos de ser lo que uno esperaría de ella.
Después de todo, como en los dramas griegos, la tragedia no es sino la cara oculta de la comedia. Y francamente, en mi caso, después de años de soledad, de alejamiento de Chile, de altibajos vitales, prefiero tomarme las cosas con liviandad y no con tanta seriedad. Esto, hasta que sienta nuevamente la necesidad de escribir despiadadamente sobre las cosas que me importan, ganar nuevos enemigos y sentirme vivo, una nueva forma de estar vivo. Sin miedo a esta libertad recuperada hace muchos años.

Monday, July 31, 2006

Un puente a ninguna parte?

Debo reconocer que la idea de un puente sobre el Canal de Chacao me fascinó desde el comienzo, como una de esas ideas colosales que cambian el paisaje de un país y que eterniza la gloria de quienes lo diseñaron. Me hacía recordar un libro fantástico y terrible del premio nobel Ivo Andric, Un Puente Sobre el Drina, que conectaba el mundo musulmán y cristiano que conviven en Serbia. Todo un símbolo de la diversidad, y de la fuerza de las autoridades seculares para unir por muchos siglos lo que las divinidades en algún momento decidieron separar.
Sin embargo, el puente sobre el Chacao me está pareciendo cada vez más un proyecto extraño y lleno de lecturas inquietantes sobre lo que queremos para Chile. Sobre lo que queremos que Chile sea. Utilizando la jerga de moda: cuál es la idea-país que perseguimos.
Cuánto estamos dispuestos a cambiar a Chile con el fin de alcanzar un progreso que asumimos como bueno? Parece que ni siquiera nos damos un momento para cuestionarnos si es siempre bueno parecernos lo más posible a un país de primer mundo y tener obras civiles descomunales, prueba de nuestra irrenunciable vocación de ser desarrollados.
Pero mientras más lo pienso, creo que no podemos desconocer nuestra forma de ser, nuestra historia. Chile tiene que ser lo que siempre ha sido, porque ahí descansa nuestra identidad, y la forma como nos relacionamos con nuestro entorno. En Chile la monumentalidad siempre ha corrido por parte de la naturaleza, no de los humanos. Los mapuches no construyeron grandes templos ni se afanaron mucho en hacerlo porque, para qué tener una construcción de esas magnitudes cuando tienes una cordillera que hace palidecer a las columnatas más magníficas? Qué ciudad imperial podría igualar la complejidad de los bosques, el torrente feroz de los ríos, el sueño imponente de los glariares, la generosidad caprichosa del mar?
No seamos tan ilusos, no sacamos nada con tratar de igualar lo que ya estaba aquí cuando llegamos.
Un amigo me dijo hoy que estaba sorprendido por el hecho de que toda la información disponible sobre el puente se refiere a sus descripciones técnicas: lo largo que va a ser, los estudios sobre la "roca remolino", donde descansaría su pilar central, la cantidad de autos que pasarían, etc. Sin embargo, no hay muchas referencias a las razones por las que necesitamos el puente. Se habla del aislamiento de Chiloé. Pero no es ese aislamiento precisamente el que ha creado una cultura única? Si de aislamiento se trata, no sería más eficiente (más barato) simplemente invertir en la infraestructura de ferries y terminales a ambos lados del canal, aumentar la frecuencia de la conexión, mejorar los sistemas de distribución?
Detrás del afán un poco irracional por seguir adelante con este proyecto colosal hay, en buena parte, una búsqueda por una identidad perdida. Da la sensación de que los ingenieros de Chile no pueden ocultar sus sueños grandilocuentes de un Chile cruzado por carreteras de muchas pistas, por rascacielos y edificios de espejo, por cemento y fierro, por puentes colgantes que nos acerquen más a los rincones escondidos de Chile, y que de paso nos hagan asemejarnos más a países boreales que han demostrado una riqueza material por medio de obras imperiales, con un hálito creador que huele a acero y asfalto.
Es ése nuestro destino? A medida de que avanzamos en nuestro progreso como país, mientras más disponibilidad de recursos hay en las arcas del fisco, mientras el cobre sigue llenándonos de divisas, estamos inevitablemente condenados a perseguir sueños de gran capital, a construir más alto, más lejos, más grande?
Como no tengo una respuesta final y satisfactoria a estas preguntas, me aventuro a recordar una idea ya comentada en otras ocasiones: No nos gusta lo que somos. Tenemos una esquizofrenia básica que nos impide valorar lo que tenemos. No podemos ver la singularidad de nuestra existencia, reconocer que como Chile no hay otro, para bien o para mal. Y por lo tanto queremos ser lo que no somos, queremos ser anglosajones desarrollados y mostrar nuestros esfuerzos de país de fin de mundo y decir "mira, igualito que en Estados Unidos".
Pienso que una alternativa tan válida y tal vez más acorde con lo que somos como país sería despertar de estos sueños de gran potencia, que no nos corresponden, y buscar un desarrollo que sea más acorde con nuestra realidad. Como dicen los mismos gringos que tanto admiramos: "less is more", que en otras palabras quiere decir que a veces una solución de pequeña escala soluciona buena parte del problema, sin generar otros.
Me gusta esta visión de pequeña escala. No nos ahoga en soluciones drásticas o en puentes monumentales, pero al mismo tiempo nos permite ir superando los problemas del subdesarrollo con intervenciones pequeñas pero eficientes. Y de paso dejemos la monumentalidad a la naturaleza.

Wednesday, July 19, 2006

Barriendo debajo de la alfombra

Hay pocas cosas peores que le estén pasando a este país que el conservadurismo ignorante de algunas autoridades.

Leo en los diarios cómo el alcalde de Las Condes quiere cerrar las calles de un determinado sector de esa comuna, dándole derecho de circulación sólo a los que acrediten residencia dentro de él. El fin último es sacar de ahí a prostitutas y travestis que se paran en las esquinas a "trabajar".

Este tipo de medidas es el sello de autenticidad de este tipo de autoridades de la derecha en el Chile de hoy. A saber:
- Defensa del "vecino", como la persona honorable que trabaja de día, duerme de noche, tiene una familia, y no cae en costumbres reprobables.
- Estigmatización de aquellos que no responden a ese molde, amenazándolos con la vergüenza de la comunidad si no respetan los preceptos de una familia católica bien constituida.
- Juicio moral sobre la sociedad y sobre quiénes tiene cabida en ella y quiénes no.
- Reacción represiva frente a los problemas, antes que adoptar una actitud mesurada y aportar una visión más completa frente a fenómenos sociales como la prostitución.

Al alcalde de Las Condes no le importa quiénes son estos travestis o prostitutas que se paran en las limpias esquinas de su comuna. No quiere saber de dónde son, por qué hacen lo que hacen, o si hay otros temas involucrados, como trata de blancas, salud pública, abusos físicos a las "trabajadoras", etc. Señor De la Maza: no se ha puesto a pensar que tal vez algunas de ellas son también vecinos y vecinas de su comuna, que merecen su protección para trabajar (legalmente, dicho sea de paso) en el oficio que han elegido?

Ni siquiera voy a mencionar la evidente contradicción de esta posible medida con las normas constitucionales que (probablemente para desazón del señor Alcalde) dicen que los chilenos tenemos libertad de movimiento en todo el territorio nacional.

Ellas ya lo anunciaron: si nos echan de aquí, nos vamos a la cuadra siguiente. Nada me parece más lógico. Yo haría lo mismo. Y qué va a hacer ahí, señor alcalde? ampliar el area de restricción?
Por qué mejor no ahorramos tiempo y decretamos toque de queda en toda la ciudad entre la medianoche y las 6am? Así nos aseguraremos que todos seamos personas honestas, católicas y respetuosas de las tradiciones.

Impresiones ñuñoínas

El fin de semana aprovecho de apagar el despertador y dormir un poco más. Mi reloj interno pasa de largo y me sorprendo abriendo los ojos de forma natural, recuperando la vigilia lentamente, como velos que se descorren sin prisa, mostrándome poco a poco el día que se abre sin más compromisos que vivir la vida y ejercer mi rol de ser humano.

Luego de levantarme, camino un par de cuadras y voy a la plaza Ñuñoa, con el diario bajo el brazo a tomar el primer café del día. La plaza está partida por la mitad por la Avenida Irarrázaval, como una incisión que la dejó para siempre dividida entre el paño sur, donde los niños se pasan del columpio a correr libremente entre el pasto y los senderos de maicillo, y el sector norte, donde la Municipalidad se levanta como la sede de un gobierno de juguete, aspirando a una solemnidad que no tiene, y que se esconde entre las ramas de árboles encorvados que susurran una conversación antigua sobre tranvías y casas patronales.

A esa hora del día está casi todo cerrado, los cafés y bares duermen la mona de una noche de juerga, de conversaciones gritadas y de encuentros fortuitos. Un señor de edad camina sin apuro frente a La Batuta, sin pensar o importarle que horas antes de su paseo bucólico hordas de jóvenes coreaban las canciones del grupo de moda, y conversaban sin fin, animados por el naciente fin de semana y por la cerveza.

El diario me trae un par de horas de paz y de agradable lectura en el café. Salgo y enfrento el viento fresco de la plaza, mientras me acuerdo que esta misma plaza que hoy luce tan quieta y provincial ha sido escenario improvisado de fiestas de año nuevo y presentaciones artísticas, donde no cabe ya un alma más, donde la mitad son mirones que pasan.

A media cuadra está Irarrázaval, una calle que como un río ha ido creciendo con los años, empujando a los peatones contra las fachadas de las tiendas y restaurantes. Algún día le quitarán sus aires de grandeza, le harán ver que no es más que una línea en la ciudad, y la amarrarán para siempre con una línea de ferrocarril subterráneo. Sólo así se dará cuenta de su vocación de calle principal de pueblo, de remedo parisino del tercer mundo, de paseo dominical sin pretensiones.

Por ahora, paseo. Ñuñoa tiene ese aire de barrio espontáneo, de encuentro de personas que simplemente querían un lugar donde vivir tranquilos. Ñuñoa es un espacio sin complejos, descomprimida de tantos males que afectan al resto de la ciudad. No es particularmente pobre. No tiene la opulencia y excesos de la riqueza extrema. No tiene grandes tacos en la mañana. Todavía subsisten los negocios familiares, como la quesería que está frente a mi casa. Todavía las tiendas de la esquina venden fruta fresca. Los grandes supermercados llegaron pero no han logrado eliminar la sensación de que uno puede abastecerse de lo básico recurriendo a servicios familiares, donde al cabo de un par de semanas de visitas ya se saluda por el nombre.
Caminando de regreso a mi departamento, con el diario ya leído, pienso que hay una fuerza extraña y centenaria que impide la llegada de los malls a ñuñoa, que desentonarían fatalmente con el ajetreo variado pero a la vez armónico de un barrio que se niega a dejar de ser lo que es, que se resiste a caer en un progreso mal entendido y que transforma poco a poco a la ciudad en algo cada vez más impersonal, cada vez más falso, cada vez más alejado de lo que necesitamos para vivir como personas libres, como hombres y mujeres felices.

Wednesday, July 12, 2006

Los que se atrevan a ser ignorantes, un paso al frente!

En una de mis conversaciones de pasillo hoy conversé con mi amigo Tatán quien me contó sobre sus trámites para obtener un certificado de su nacionalidad. El funcionario de turno le dijo que no podría procesar su petición a menos que presentara un documento específico que según él era único y que de no existir no podía hacer nada. Ante tan categórica respuesta, Tatán le objetó que si ese documento se perdía (como era el caso), los certificados no se podrían expedir, nunca, lo cual por cierto es un contrasentido. El funcionario, un poco confundido, tuvo que echar pie atrás y reconocer que en realidad, él desconocía cómo realizar el trámite en ese escenario.
No era mucho más fácil decir que simplemente no sabía? Eso me ha llevado a pensar que en este caso, como en muchos otros, la ignorancia es considerada por muchas personas como un defecto que nos muestra vulnerables, y débiles ante otras personas, pensando que serán juzgados por ello.
Esto se da a todo nivel. Me gustaría escuchar a alguna autoridad diciendo ante inquisitivos periodistas: no sé, he estado preocupado de muchos asuntos de primera importancia y eso que me pregunta no lo puedo contestar. En vez de eso, todos tienen opinión sobre todo.
En los documentos que emite el gobierno se huele esa soberbia que emana de no ser capaz de reconocer la ignorancia ante algunas cosas, de no reconocer que la realidad es infinita en sus matices y que no sólo es imposible saberlo todo, sino que además es algo natural y normal. Tiendo a pensar que las personas de carácter más débil tienen la tendencia a desconocer esto a medida que capturan algo de poder público. Es mejor simular conocimiento antes que admitir ignorancia y confiar en que las propias capacidades personales le permitirán reaccionar de buena manera ante un tema emergente.
Por lo tanto aventuro una teoría: la capacidad de reconocer ignorancia es proporcional al poder público de la persona, e inversamente proporcional a sus capacidades reales de adaptarse a nuevos temas.
Pero esto es una práctica aceptada: el público se siente inseguro si una autoridad (o alguien con un mínimo poder público, como el funcionario que atendió a mi amigo) reconoce que no sabe cómo responder ante una demanda. La responsabilidad por no ser sincero, entonces es compartida, y es por lo tanto un síntoma de una sociedad que no acepta errores, que no es capaz de admitir que el mundo es un lugar complejo y lleno de matices que no permiten tener siempre una respuesta satisfactoria a flor de labios.
Si todos nos pusiéramos de acuerdo en reconocer los límites de nuestros conocimientos, si tuviéramos la socrática actitud de reconocer hidalgamente que nos interesa saber más pero que es una batalla perdida saberlo todo, esta sociedad sería mucho más sana. Además habría un reconocimiento público de que el conocimiento es algo que se busca, que no se posee simplemente por arte de magia al transformarnos en autoridad, y que somos personas tan responsables que debemos mantenernos honestos con nosotros mismos, y apoyarnos en los que saben para hacer mejor nuestro trabajo.
Y sueño con ese mundo. En mi sueño, un periodista se acerca y pregunta al Ministro de las Respuestas:
- Señor Ministro, cómo se soluciona el problema de la concentración de poder en Chile?
- No sé, es algo urgente, pero la realidad ha demostrado que hay que trabajar por muchos años, y no se puede superar en un periodo de gobierno tan corto.
- Señor Ministro, cuál es el modelo de sociedad que el gobierno está ayudando a construir con sus políticas públicas?
- No sé, la sociedad es una realidad tan compleja que el gobierno puede dar directivas, pero la historia del país es una fuerza tan potente que tiene una dinámica que hasta el día de hoy nadie ha sido capaz de describir a cabalidad.
- Señor Ministro, por qué Chile es un país con altas tasas de depresión y qué se puede hacer para superarlo?
- No sé, es un misterio. Todo lo que hay son teorías.
- Señor Ministro, cómo se puede superar la diferencia entre ricos y pobres en Chile?
- No sé. Me remito a mi respuesta sobre la concentración de poder.
- Señor Ministro, por qué siendo Chile un país con una naturaleza increible, no tenemos una preocupación especial por cuidar el medio ambiente?
- No sé. También es un tema central para el país, y no podemos seguir ocultándolo. Hacemos más difusión sobre la importancia del medio ambiente, pero dudo que alguien pueda dar una explicación satisfactoria sobre nuestra contradictoria relación con nuestro entorno natural.
En mi sueño, yo voto por él, emocionado.

Wednesday, June 21, 2006

Hay que ser valiente para creer en la suerte

Fui a ver una muy buena película, Matchpoint, de Woody Allen. La historia gira en torno a la idea de que la vida de las personas es decidida a menudo por pequeños detalles que determinan grandes decisiones y consecuencias. De ahí el nombre de la película, es una referencia a esos partidos de tenis donde en el punto decisivo la pelota pega en la huincha de la red y dependiendo de mínimas fuerzas puede caer a uno u otro lado de la red, y por lo tanto determinar que el jugador gane o pierda el partido.
Pero la pregunta que se hace Woody Allen es mucho más ambiciosa. Lo que a él realmente le tortura es la idea de que ninguna de nuestras vidas y sus azares está en verdad gobernada por un sentido superior, donde una entidad universal (Dios, providencia, destino) se preocupa de que todo tenga un significado último, y que al final nuestras vidas no sean pequeñas ramas que flotan sin rumbo en la corriente de un río siempre cambiante, sino que tengamos una dirección, que nuestras vidas y muertes sean por una causa que nos supera como individuos, que nos haga ser algo distinto que entes mortales condenados a vivir un ciclo vital cerrado en sí mismo.
Como nota aparte, debo decir que me alegra que en sus últimas películas Woody Allen haya dejado de ser el típico neurótico neoyorquino, que lo llevó a hacer películas bastante olvidables en los últimos años. Hoy está convertido en una persona tal vez con menos sentido del humor, pero mucho más profunda y compleja en sus argumentaciones, como se ve en esta película y también en Melinda and Melinda.
Hace un par de años leí un artículo en la revista Times en que se exponían las últimas teorías en la expansión del Universo. Contrario a lo que muchos esperaban encontrar, se descubrió que la fuerza de expansión era superior a la atracción entre las galaxias, y que si la teoría se demostraba cierta, nuestro querido Universo estaba condenado a convertirse en un lugar frío, oscuro, con la materia que hoy forma estrellas y planetas cada vez más alejada entre sí, y sin ninguna posibilidad de contener vida. En el mismo artículo se citaba a Woody Allen, que no pudo dormir por semanas al darse cuenta de que todo lo que conocía y lo rodeaba desaparecería algún día, irremediablemente y para siempre. Sin plan divino, sin providencia, sin sentido trascendental.
Lo interesante, y lo que hace de Matchpoint una película actual, es que todo el mundo busca aferrarse a algo que le permita creer que hay algo más que le da sentido a la existencia, que la vida no es una sucesión de desayunos y almuerzos, de dormir y trabajar, de fines de semana y de vacaciones de quince días. Y la gente busca esto en todas partes: en las iglesias, en los hijos, en las nuevas tendencias new - age y en los charlatanes.
Woody Allen nos dice: olvídense de todo eso, nada tiene sentido, la vida sólo es una sucesión de momentos caóticos, y si ocurre algo extraordinario no significa que alguien o algo lo haya planificado así, sino que simplemente es suerte.
Y aquí viene la explicación del título de esta entrada: lo que quiero decir - y lo que me parece más interesante de esta no tan original filosofía Alleniana - es que es mucho más difícil vivir consciente de que nada responde a un sentido superior que continuar creyendo en cosmogonías divinas o en visiones trascendentales.
Si todo se acaba, si todo lo que alguna vez dio sentido inmanente a nuestras vidas, se diluye en la convicción de que todo es azar y caos, qué queda por hacer? La respuesta no es fácil, pero creo que se requiere de una gran fortaleza de espíritu para enfrentar esta verdad (si es que decidimos creerla). Lo único cierto es que probablemente nos tomaríamos las cosas con más calma, nos preocuparíamos menos de tonterías y trataríamos de ser felices como la única forma de realizarnos como individuos en este mundo de angustias y esquizofrenias. Incluso aunque el Universo termine por diluirse para siempre en la oscuridad del tiempo.

Friday, June 09, 2006

Receta para lidiar con lo extraordinario

Los dos colegiales toman café en taza de plumavit a la entrada del colegio. Están vigilando la entrada y salida de personas del liceo que se tomaron días antes. Mientras conversan sin un tema claro, la gente pasa frente a la reja llena de carteles, ocupada de sus propios asuntos. Sin embargo, se puede ver una cierta simpatía por la causa que esgrimen estos jóvenes que sólo ayer eran niños, y que levantan banderas y defienden ideales con una locuacidad que nadie se explica bien.

Los dos colegiales están vestidos con sus uniformes de colegio. La corbata que debiera estar bien anudada por debajo del cuello de la camisa, parece más bien una amarra hecha en la oscuridad. Los dos son más bien un remedo de lo que el país espera de ellos: hombres formales y padres responsables con una vida ordenada y un trabajo estable, obedientes de las leyes escritas y normas sociales. Algún día sus figuras serán una composición aceptable de líneas rectas, de telas sin manchas, de palabras grises y caminar cabizbajo.

Yo vivo a una cuadra de este liceo. Y mi vida diaria no ha sido afectada en absoluto por este movimiento. Es increible cómo podemos vivir totalmente ignorante de las inquietudes y angustias que crecen silenciosamente dentro de personas como los estudiantes, para quienes esta movilización y estas tomas -que estos días ya empiezan a acabar- no es algo repentino, como es para mí, es algo que se veía venir.

Ellos lo veían venir. Y el resto del país seguía viviendo su existencia acartonada. Los centros de estudio asociados a los partidos políticos seguían preguntándose cómo lo hacemos para evitar que el electorado siga envejeciendo, cómo hacer que los jóvenes se interesen en las cosas públicas, cómo mejorar la imagen de los políticos y cómo aumentar la participación ciudadana.

La respuesta la tenían hace tiempo los dos colegiales en la puerta del liceo. No hay peor sordo que el que no quiere oir. No querían oir o ver lo que estaba pasando entre aquellos que dicen dirigir o representar. Qué pasó con los puerta a puerta, con los encuentros comunales, con las conversaciones que los candidatos tuvieron con grupos juveniles, no tuvieron suficiente información sobre Esto me parece tan asombroso como indignante, y en cierto sentido, es muy interesante. O sea, ¿dónde se produce la falta de comunicación?

¿Qué hay de malo en nuestro sistema de representación política que se producen estos de comunicación? ¿Cómo es posible que nuestro gobierno y nuestros parlamentarios no sean capaces de ver problemas tan graves como el de la educación? Ahora todo el mundo dice que la educación está pasando por una crisis casi terminal, y que hay que llevar adelante una reforma integral. Pero si eso no estaba ni siquiera en los discursos de los candidatos a presidente, sólo hace unos pocos meses!

Entonces, quiero presentar una teoría: Chile, la sociedad chilena, o sea, todos nosotros, sufrimos de una enfermedad colectiva: esquizofrenia conservadora. Es decir, nos movemos en una realidad que no nos pertenece, y al mismo abrazamos un discurso conservador del cual no nos saca nadie. En este caso, dos décadas de concertación se han transformado en el campeonato de lo políticamente correcto, un discurso inventado sobre las bondades de la democracia, una especie de tabla de la ley seudo - papal ("vocación de servicio público", "los pobres no pueden esperar" "hay que fortalecer la familia") mezclada por un discurso político que se reproduce sobre la base de las mismas ideas una y otra vez repetidas ("la familia es la base de la sociedad", "alcanzar los consensos políticos", "más participación para la ciudadanía"), aliñado por un hato de actitudes y frases manoseadas y que ya suenan a muletilla ("quiero decirlo muy claramente", "he recorrido todo Chile", "hay que atender las necesidades reales de la gente").

En efecto, cuáles son las necesidades de la gente? Los políticos se reúnen y no son capaces de verlo, porque sufren de una ceguera parcial que les permite ver sólo lo que sus mentes miopes les dictaminan. Pero tal vez no es algo exclusivo de los políticos, después de todo somos todos los chilenos los que los elegimos una y otra vez. Estamos todos enfermos de esta esquizofrenia? Estoy yo enfermo?
Lo que me parece indiscutible es que como sociedad somos incapaces de leer y percibir a tiempo las necesidades que nos aquejan. Somos incapaces de ver nada que nos saque de nuestro discurso consensual-esquizoide o de nuestra realidad acomplejada. Estamos sentados sobre un montón de problemas que tal vez intuimos pero que no tenemos idea de su dimensión o de su peso en el mar de males que nos aquejan.
Lo extraordinario nos acecha desde los rincones más cotidianos. Incluso disfrazados de escolares a la entrada de un liceo.

Tuesday, May 23, 2006

No seas fanático... defiende el medio ambiente

Una de las cosas que he aprendido en la vida es que hay que hacer lo posible por evitar las discusiones con tu pareja sobre temas que uno considera fundamentales. Yo respeto las opiniones de todos, pero respetar no significa que pueda tolerar que mi pareja piense que las dictaduras son buenas o que el medio ambiente es sólo una moda hippie. Hace meses atrás yo tuve una discusión de este tipo con V quien era entonces mi polola sobre la conservación de las ballenas. Ella sostenía que no se debían cazar, bajo ninguna circunstancia. Yo sostenía (y sostengo) que no hay ninguna diferencia entre las ballenas y las vacas, y que se pueden cazar y explotar, en la medida que no se afecte su supervivencia en los océanos. Por supuesto que luego del choque de posiciones tan extremas, la incomodidad que siguió fue simplemente atroz.
Pero más allá del rol que juega la visión de mundo en cómo uno escoge pareja, me parece más interesante el tema del fanatismo, a veces explícito y otras - mucho más peligroso - encubierto. En el caso de las ballenas, la única razón que me permite entender que unas personas quieran imponer una visión de las cosas a otras (es decir, la prohibición total de cazar ballenas, bajo cualquier circunstancia) es que se les concede, a las ballenas en este caso, un valor cultural, como ícono de la naturaleza, o como animal sagrado. Yo respeto eso. Sin embargo no puedo respetar el hecho de que esa visión pseudo-religiosa y casi fetichista sea considerada por sus seguidores como "lo correcto" para todo el mundo, incluyendo a aquéllos que ven en las ballenas una fuente de alimento e insumos industriales.
En este caso, el ecologismo extremo tiene aristas peligrosas: qué vamos a hacer si las ballenas se multiplican y se convierten en un recurso claramente abundante, que pone en riesgo el equilibrio ecológico y de paso amenaza la supervivencia de otras especies? No son esas especies igual de importantes, de acuerdo a la visión más básica de la ecología? Son las ballenas seres superiores al resto de los mamíferos y peces que aletean por los oceanos del mundo?
Algo ya había dicho con respecto a la producción de energía en Chile y la posibilidad de hacerlo por medio de construcción de plantas nucleares. Para mi total asombro e indignación, más allá de si se considera una buena o una mala idea, la presión de grupos ecologistas determinó que ni siquiera se va a estudiar el tema para ver si nos conviene o no.
Y aquí viene lo que para mi es lo más interesante de todo: la negación del conocimiento, el seguir una causa sobre la base de afirmaciones categóricas y fundamentales (fundamentalistas?), el querer imponer puntos de vista, todo eso es una descripción de una visión que tiene todos los elementos del totalitarismo. No me cabe ninguna duda de que el ambientalismo en su forma más militante está basado en artículos de fé (ideología) y no es favorable a una discusión crítica de sus propias afirmaciones... lo que es la base para un movimiento de fanáticos y de "soldados" de una causa que para ser exitosa, debe ser impuesta a los "no convertidos".
El problema es que en el caso particular del medio ambiente, los valores de la conservación de los bienes naturales (bosques, vida acuática, agua, aire, etc.) están en el reino de lo "políticamente correcto", que es un flaco favor a tan importantes causas. Los extremismos políticos llevan lamentablemente a decisiones extremas, donde mucha gente puede sufrir, sobre la base del cumplimiento de un objetivo dogmático.
Y esto es terrible, no sólo en el ámbito de las discusiones con una pareja.

Tuesday, May 09, 2006

Llamo a la rebelión del aire

En mi entrada anterior sobre Santiago, no dije nada sobre el tema de la contaminación, y debí haberlo hecho. Es bien conocido que el aire en esta ciudad es de pésima calidad, y que la contaminación llega a tales extremos que todo huele a humo, que el aire enrarecido invade cada cosa como un oleaje permanente que golpea tus pulmones en cada suspiro.

Yo coincido plenamente con aquellos que opinan que el desarrollo de Chile (por modesto que sea) no se condice con los terribles padecimientos que debemos sufrir por culpa de una ciudad mal planificada, y donde no se toman medidas adecuadas para tener por fin un lugar donde respirar no mate.

El problema llega a ser absurdo: Santiago es la capital más contaminada de América Latina (que ya es un gran mérito), tenemos índices de contaminación que nos obligan a decretar pre-emergencia ambiental casi todos los días, los colegios tienen que suspender las clases de educación física, etc.

Ya no sirven de nada las explicaciones que siempre salen a colación cuando se habla de este tema: que hay demasiados buses, que hay demasiados autos, que la población está demasiado concentrada en la ciudad (en comparación con regiones cada vez más desiertas), que todos trabajan en el centro, que hay demasiadas industrias, la lista suma y sigue. Hasta se apunta al fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia como el posible culpable de la contaminación, por elegir un valle tan cerrado como el del Mapocho, donde no hay ventilación y donde hay que esperar lluvia o el calor del verano para deshacernos de algo de polución.

Yo creo que ha llegado el momento de tomar el toro por las astas. Primero, reconozcamos que este es un problema colosal. Si queremos resultados en un plazo razonable, hay que olvidar las soluciones de mejoras graduales, que es algo que se hace eterno. Por una vez en la vida, olvidémonos de nuestra timidez ancestral y seamos radicales, veamos más allá de nuestras irritadas narices y démonos cuenta de que hay que hacer algo ahora, rápido. Ni siquiera repetiré la monserga de que es para las generaciones futuras. Lo digo yo, un santiaguino que aspira a llegar a los cincuenta años de edad con pulmones relativamente sanos.

Por eso, es útil en este momento repasar algunas ideas radicales. Como el enfermo que se muere y ya no tiene nada que perder, Santiago tiene que echar mano de respuestas poco convencionales a este problema:
1. Eliminar las micros amarillas, YA!
2. Hacer una inversión fuerte y radical y construir todas las lineas que faltan del Metro. Hablo de TODAS, funcionando en un plazo de 5 años. Me cuesta encontrar otra forma mejor de invertir de los excedentes del cobre.
3. Convertir el auto en un artículo de lujo, a través de impuestos y peajes dentro de la ciudad. Por supuesto, esto debe ir aparejado de un buen transporte público, que se lograría con los puntos anteriores.
4. Hacer desaparecer un par de cerros alrededor de Santiago para permitir la ventilación del valle. A mi esta solución siempre me ha parecido genial, pero sospecho que es técnicamente costosísima y lenta. Cuánto se demora uno en hacer desaparecer un cerro?
5. Hacer el centro de Santiago totalmente peatonal. TODO, entre la Alameda por el sur y el río Mapocho por el norte. La gente caminaría más, y contribuiríamos a que la gente tuviera mejor salud a través de más ejercicio.
6. Dar significativos incentivos tributarios para que las industrias se reinstalen en provincias. De qué tienen miedo los santiaguinos que no lo hacen ya? No tenemos buenas carreteras que de todas maneras abaratan el transporte?
7. Convertir a la CONAMA (Comisión Nacional de Medio Ambiente) en un ente regulador poderoso, e independiente, igual que el Banco Central, con autoridades que no estén más preocupadas de hacer ver bien a la autoridad que los designó que de mejorar realmente el aire que respiramos. Si es necesario crear un Ministerio, que así sea, pero la independencia y el financiamiento de la entidad reguladores son ABSOLUTAMENTE necesarios, AHORA!, no mañana ni pasado mañana.
En fin, sólo 7 ideas, casi perforo el teclado de la rabia con que he escrito estas lineas. Es una pena que haya una y mil razones que impidan tomar medidas correctivas, que nos permitan respirar mejor y tener una ciudad sustentable. Por mientras, a problemas radicales, soluciones radicales. Lo demás es simplemente dilaciones que se convierten más bien en discursos delirantes, provocados al final de todo por la modorra del ciclo político, donde nadie quiere saltar este puente en llamas porque siempre hay una elección a la vuelta de la esquina.
Suspiro hondo mi hollín del día, y apago el computador.

Saturday, May 06, 2006

Hambre

Qué es el hambre? La negación de algo es siempre difícil de definir, se nos esconde cuando creemos haberla visto, pero se queda ahí, en un lugar invisible pero latente, enterrándonos las agujas del malestar, de la incomodidad, de la ansiedad. El hambre siempre está ahí. No importa cuántas veces la apacigüemos, siempre vuelve con su codicia, con sus pretensiones de más, multiplicándose hasta un cansancio que nunca llega.
Vivimos permanentemente en este juego mortal de tratar de balancearnos sobre esta cuerda floja de la sobrevivencia. El desequilibrio que nos hace temblar y que nos empuja al abismo es corregido, y logramos volver a un punto central que nos permite dar un paso más. Ese paso abrirá otra vez la inestabilidad y vendrán más esfuerzos de equilibrista. Hasta que las fuerzas ya no puedan ser reparadas y caigamos para siempre en el abismo de la mortalidad.
Estamos hechos de hambre, entonces? Si aceptamos que es así, que el hambre es permanente, que siempre vuelve con sus manos de mendigo, una y otra vez, no será que esa es nuestra naturaleza, nuestra condición natural de seres necesitados, de criaturas incompletas, que por azar pasean por el mundo, sin capacidad de mantenerse en pie por mucho tiempo sin tener que comer? Es por eso que a la gente no le gusta comer sola tal vez, porque les recuerda lo básico de la operación, lo mucho que deja al descubierto nuestra indefensión, nuestra fragilidad como especie, nuestra incapacidad para hacer frente a un día a día que se extiende sobre esa cuerda floja que queremos esconder.
Quién nos puso en esta condición? para recordarnos qué, exactamente? Qué significa ese calor incómodo que sentimos en el vientre que nos empuja a buscar algo que comer, a subsistir como un objetivo en sí? Nadie, que yo sepa, come porque piensa: "aún no debo morir, porque debo hacer x o y". Comemos porque nos enfrentamos cara a cara con nuestros más fatales instintos, ésos que nos impulsan sin pensar a dar un paso más en la cuerda floja, ésos que nos recuerdan nuestras falencias y debilidades.
Qué puede llevar, entonces a alguien a autoprovocarse este dolor básico? Qué significa querer morir de hambre porque hay algo superior que le impide seguir? Desde lo más profundo de las convicciones de un hombre o de una mujer que decide dar este paso tan antinatural, hay algo feroz y magnífico que probablemente pocos en el mundo pueden sentir. Estamos hechos para sobrevivir, nuesta naturaleza nos obliga a seguir escarbando hasta encontrar algo que nos dé un día más, una hora más, hasta que las fuerzas ya no nos sean suficientes y la derrota sea total.
Para algunos esto no es lo que cuenta. Para algunos las circunstancias son tan poderosas y abrumadoras que el hambre ya no tiene esa fuerza que le hemos reconocido desde que los humanos son humanos. Para estas personas extraordinarias el hambre abre sus labios infinitos y deciden ignorarla. No arrojan nada a su bolsa de limosna. Aunque puedan. Aunque en ese esfuerzo el dolor y la ansiedad pueblen su cotidianeidad. Aunque el sufrimiento sea el alimento que reciben constantemente en la mesa a la que el hambre no se sienta.
Mis respetos y solidaridad con los mapuches, cuyas vidas y sueños estos días se abrazan como nunca antes en triste agonía.

Saturday, April 29, 2006

La energía de Chile

Yo estoy consciente de que la política significa en parte ceder en posiciones determinadas con el fin de lograr estabilidad y avanzar en agendas más prioritarias. Eso lo entiendo. También entiendo que una coalición de gobierno tenga que negociar con los grupos que lo apoyan y que no todo pueda ser presentado a la vez. Las iniciativas a veces deben ser debate nacional, y en aras de la transparencia y de la importancia que pueden tener los temas en cuestión se debe tener una agenda pública más o menos despejada para introducirlos y lograr un debate amplio.
Hasta ahí lo que entiendo. Lo que no puedo comprender es que un tema tan central como el energético, y en particular lo referido a energía nuclear, se vea hipotecado por el fundamentalismo ecológico. Y digo fundamentalismo porque no se trata de construir centrales nucleares mañana, pasado mañana o en dos años. No tenemos como país la capacidad de hacerlo. Se trata de coartar incluso que se debata sobre el tema.
Hace pocos días salió a la luz pública el compromiso del actual gobierno de Chile con grupos ecologistas en que a cambio de apoyo político, se eliminaría el debate sobre energía nuclear en la agenda del gobierno y, en un país presidencialista como éste, de la agenda pública del país.
Yo no soy un experto en energía nuclear. Pero sí me alcanza para saber que se trata de una alternativa tan válida como las demás. Francia depende de la energía nuclear para satisfacer la mayor parte de su demanda de energía. Europa y Estados Unidos también necesitan de ella. Se argumenta con razón que una gran preocupación son los desechos radioactivos, que perduran por miles de años. Pero es un aspecto que debiera dar lugar a un esfuerzo en inversión científica para hallar fórmulas para acortar los ciclos de reciclaje actuales, no para cerrar la puerta al debate.
Lo mismo ocurre con el temor a los accidentes nucleares. Chernobyl es un ejemplo que no significa que las plantas nucleares sean peligrosas en sí mismas. Sí estoy de acuerdo en que las plantas nucleares en el contexto de un estado totalitario, que se derrumbaba política y económicamente sobre sí mismo, con una larga historia de ineficiencia y corrupción, sí son peligrosas. Probablemente las represas hidroeléctricas en esas circunstancias también son peligrosas.
Y Chile, qué alternativa tiene? seguir dependiendo de sus vecinos, que han demostrado ser muy poco confiables para abastecernos de gas. O construir más represas, con el costo ecológico que ello tiene. Yo también protestaría por otra mega represa en la XI Región, o en la Región de los Lagos, probablemente de las zonas más bellas del mundo, y que sería afectada para siempre. Y plantas de ciclo combinado, con carbón? Sólo hay que pensar en los efectos invernadero para descartar esa opción sin mayor argumentos.
Entonces, qué nos queda? el no - desarrollo? creo que a estas alturas, nadie puede argumentar algo así. Yo quiero que Chile alguna vez sea un país desarrollado, sin pobreza, con una naturaleza respetada y con buena protección social. Para eso necesitamos recursos, que no van a caer del cielo. Necesitamos desarrollarnos de forma sustentable y para eso explorar todas nuestras alternativas en el tema energético es fundamental.
Al sepultar el debate sobre la energía nuclear estamos hipotecando nuestro futuro y nuestras potencialidades, y nos estamos condenando a ser un país limitado y con una fuerte dependencia de nuestros vecinos. Cuántos ejemplos más necesitamos para darnos cuenta de que no podemos basar nuestra seguridad energética en relaciones de confianza con nuestros países limítrofes? A prepararse, porque seguiremos siendo el hilo más delgado de las crisis internas de los países que nos rodean, y lo tendremos que lamentar.
Entretanto, mantenemos contentos a los líderes ecologistas y a sus ideas construidas sobre referentes dogmáticos. Y el futuro de todos nosotros cojea por la ignorancia de unos pocos.

Wednesday, April 26, 2006

Lesionado!

Anoche fue una oportunidad más en que nos juntamos el grupo de guatangas a jugar futbolito (siete por lado), en las canchas de San Carlos. Como uno de los jugadores no llegó, tuvimos que apañárnosla con seis en el equipo, contra siete. El resultado no pudo ser más expresivo: 8 - 3 a nuestro favor. Todos anduvimos muy altos en rendimiento, y corrimos como nunca. Se sumó a eso la impericia de los rivales, que no pudieron inflar las redes de nuestro arco.

Pero más allá de los comentarios, y de la posible apología heroica que podría hacer de la victoria en la contienda dispar, debo lamentar que en una de las últimas jugadas me doblé el tobillo derecho, reviviendo una vieja lesión. El resultado es que hoy tengo que usar una tobillera que me combina bastante bien con el terno... Espero que no me provoque problemas para seguir entrenando, la próxima fecha de los Nike 7k es el 14 de Mayo!

Sunday, April 23, 2006

Quiero tocar la guitarra todo el día...

Ayer tuve un nuevo ensayo con mi banda. Tal vez debiera hacer primero una alusión al hecho de que participé nuevamente (y con éxito, debo agregar) en la carrera de Nike de 7K, donde rompí mi propia marca de siete kilómetros, con un tiempo total de 34'47''.

Ahora, al ensayo. He descubierto algo interesante para mi, y es que cuando se trata de tocar música en una banda, la verdad es que tengo bastante flexibilidad, y podría ser bastante feliz tocando casi cualquier tipo de música. Claro, yo tengo mis límites, no sería feliz tocando reggeaton, o en el grupo de apoyo de Shakira. Antes, muerto. Pero si reducimos todo al mundo del rock and roll, creo que cualquier cosa bien armada y que pueda sonar bien me pone contento. Yo creo que mi ideal sería tener un grupo que fuera una mezcla de Faith No More, XTC, Rolling Stones, y otros, no sé... pero mientras mis gustos transhuman de un estilo a otro, la banda en la que actualmente toco llena mis gustos. Nos dedicamos principalmente al rock de los 70, con un énfasis en cosas como Creedence, Stones, etc., un poco "soft" a juzgar por mi propia historia musical, tal vez, pero trabajar en canciones, verlas evolucionar, es algo súper entretenido, para casi cualquier etapa y estilo de rocknroll.

Además hay una cosa especial con este grupo. Es primera vez que estoy en una banda donde yo toco el bajo. Y creo que ha sido un descubrimiento. Tal vez sea una cosa de personalidad, pero me siento cómodo con mis cuerdas gruesas, dando la base para la melodía, dejando que las guitarras se luzcan. Creo que lo peor que uno puede hacer es ser guitarra melódica, porque inevitablemente uno se pierde en el medio de la armonía. Yo sé porque eso es lo que yo hice en mi anterior banda. Es cierto que entonces yo cantaba buena parte de los temas, lo que me hacía olvidar en parte mi intrascendencia instrumental. Pero, claro, eso es agua bajo el puente.
El plan es ensayar un repertorio de unas 20 canciones, y presentarse en vivo en algún pub de Santiago. Algunos miembros de la banda ya lo han hecho antes, y la verdad es que la idea me parece bastante más atractiva ahora que hace un tiempo atrás. Además el bajista es como un narrador omnipresente: si bien su aporte es fundamental, siempre pasa desapercibido y ocupa un segundo plano. Es como estar en el centro de las cosas pero al mismo tiempo sin perder la capacidad de ver todo desde afuera. Y hasta ahora se ve bien.

Wednesday, April 19, 2006

Blast from the past

Hoy fue un día muy extraño. Luego de una mañana de bastante trabajo (mi jefe no está y he tenido que hacerme cargo de un montón de cosas), me junté a almorzar con RP, a quien conocí en NZ, ya que hicimos el Master juntos. De vuelta en Chile, nos hemos mantenido relativamente en contacto, y hoy nos juntamos a actualizarnos de nuestras vivencias. Ella además fue promovida a una posición de alta gerencia, y la verdad es que me alegré mucho por ella, y eso me pareció más que suficiente para sugerirle el almuerzo.
Conversando de una y mil cosas, ella me preguntó si yo la podría ayudar a hacer contactos para una posible cooperación con organizaciones en Nueva Zelandia, similares a la que ella ahora dirige. Yo por supuesto que accedí de inmediato, y quedamos de hablar sobre una posible reunión con algunas personas que yo conozco. No me tomó mucho tiempo hacer los contactos necesarios una vez de regreso del almuerzo. Fue fácil fijar la reunión y concertar la cita.
En este punto, sentí algo realmente extraño, porque fue como volver a la época en que yo trabajaba para la relación entre Chile y Nueva Zelandia, haciendo contactos y realizando gestiones "para el mejor entendimiento de los dos países". Era un trabajo que me gustaba mucho, pero que por diversas circunstancias dejé atrás y creí perdido para siempre.
Pero el día me tenía guardada otra gran sorpresa. Mientras esperaba a RP en la antesala de su oficina, vi pasar a un tipo que me pareció tremendamente familiar... lo reconocí luego de un par de segundos, era el hermano mayor de ABA, uno de mis mejores amigos de mi adolescencia, de la época de principios de los 80s. Me acerqué a saludarlo, y él también se acordaba de mí.
Esto es bastante curioso, porque sólo hace un par de semanas había estado pensando en contactar a ABA, ya que con él hice mis primeras incursiones en el difícil aprendizaje de la guitarra, que he continuado con algunos paréntesis hasta hoy. Ahora yo toco en un grupo que se concentra principalmente en el rock de los 70s, pero por supuesto me gustaría hacer música más próxima al rock progresivo de fines de los 80s-comienzos de los 90s. En eso pensé en ABA. Bueno, por su hermano supe que está radicado en Canadá, aunque ahora está de paso en Chile, por lo que supongo que no hay posibilidad de hacer mucho, pero la coincidencia fue muy grande. Si las coincidencias, como las malas noticias, vienen juntas, será este el fin de la historia? o habrá más mañana?