Tuesday, May 23, 2006

No seas fanático... defiende el medio ambiente

Una de las cosas que he aprendido en la vida es que hay que hacer lo posible por evitar las discusiones con tu pareja sobre temas que uno considera fundamentales. Yo respeto las opiniones de todos, pero respetar no significa que pueda tolerar que mi pareja piense que las dictaduras son buenas o que el medio ambiente es sólo una moda hippie. Hace meses atrás yo tuve una discusión de este tipo con V quien era entonces mi polola sobre la conservación de las ballenas. Ella sostenía que no se debían cazar, bajo ninguna circunstancia. Yo sostenía (y sostengo) que no hay ninguna diferencia entre las ballenas y las vacas, y que se pueden cazar y explotar, en la medida que no se afecte su supervivencia en los océanos. Por supuesto que luego del choque de posiciones tan extremas, la incomodidad que siguió fue simplemente atroz.
Pero más allá del rol que juega la visión de mundo en cómo uno escoge pareja, me parece más interesante el tema del fanatismo, a veces explícito y otras - mucho más peligroso - encubierto. En el caso de las ballenas, la única razón que me permite entender que unas personas quieran imponer una visión de las cosas a otras (es decir, la prohibición total de cazar ballenas, bajo cualquier circunstancia) es que se les concede, a las ballenas en este caso, un valor cultural, como ícono de la naturaleza, o como animal sagrado. Yo respeto eso. Sin embargo no puedo respetar el hecho de que esa visión pseudo-religiosa y casi fetichista sea considerada por sus seguidores como "lo correcto" para todo el mundo, incluyendo a aquéllos que ven en las ballenas una fuente de alimento e insumos industriales.
En este caso, el ecologismo extremo tiene aristas peligrosas: qué vamos a hacer si las ballenas se multiplican y se convierten en un recurso claramente abundante, que pone en riesgo el equilibrio ecológico y de paso amenaza la supervivencia de otras especies? No son esas especies igual de importantes, de acuerdo a la visión más básica de la ecología? Son las ballenas seres superiores al resto de los mamíferos y peces que aletean por los oceanos del mundo?
Algo ya había dicho con respecto a la producción de energía en Chile y la posibilidad de hacerlo por medio de construcción de plantas nucleares. Para mi total asombro e indignación, más allá de si se considera una buena o una mala idea, la presión de grupos ecologistas determinó que ni siquiera se va a estudiar el tema para ver si nos conviene o no.
Y aquí viene lo que para mi es lo más interesante de todo: la negación del conocimiento, el seguir una causa sobre la base de afirmaciones categóricas y fundamentales (fundamentalistas?), el querer imponer puntos de vista, todo eso es una descripción de una visión que tiene todos los elementos del totalitarismo. No me cabe ninguna duda de que el ambientalismo en su forma más militante está basado en artículos de fé (ideología) y no es favorable a una discusión crítica de sus propias afirmaciones... lo que es la base para un movimiento de fanáticos y de "soldados" de una causa que para ser exitosa, debe ser impuesta a los "no convertidos".
El problema es que en el caso particular del medio ambiente, los valores de la conservación de los bienes naturales (bosques, vida acuática, agua, aire, etc.) están en el reino de lo "políticamente correcto", que es un flaco favor a tan importantes causas. Los extremismos políticos llevan lamentablemente a decisiones extremas, donde mucha gente puede sufrir, sobre la base del cumplimiento de un objetivo dogmático.
Y esto es terrible, no sólo en el ámbito de las discusiones con una pareja.

Tuesday, May 09, 2006

Llamo a la rebelión del aire

En mi entrada anterior sobre Santiago, no dije nada sobre el tema de la contaminación, y debí haberlo hecho. Es bien conocido que el aire en esta ciudad es de pésima calidad, y que la contaminación llega a tales extremos que todo huele a humo, que el aire enrarecido invade cada cosa como un oleaje permanente que golpea tus pulmones en cada suspiro.

Yo coincido plenamente con aquellos que opinan que el desarrollo de Chile (por modesto que sea) no se condice con los terribles padecimientos que debemos sufrir por culpa de una ciudad mal planificada, y donde no se toman medidas adecuadas para tener por fin un lugar donde respirar no mate.

El problema llega a ser absurdo: Santiago es la capital más contaminada de América Latina (que ya es un gran mérito), tenemos índices de contaminación que nos obligan a decretar pre-emergencia ambiental casi todos los días, los colegios tienen que suspender las clases de educación física, etc.

Ya no sirven de nada las explicaciones que siempre salen a colación cuando se habla de este tema: que hay demasiados buses, que hay demasiados autos, que la población está demasiado concentrada en la ciudad (en comparación con regiones cada vez más desiertas), que todos trabajan en el centro, que hay demasiadas industrias, la lista suma y sigue. Hasta se apunta al fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia como el posible culpable de la contaminación, por elegir un valle tan cerrado como el del Mapocho, donde no hay ventilación y donde hay que esperar lluvia o el calor del verano para deshacernos de algo de polución.

Yo creo que ha llegado el momento de tomar el toro por las astas. Primero, reconozcamos que este es un problema colosal. Si queremos resultados en un plazo razonable, hay que olvidar las soluciones de mejoras graduales, que es algo que se hace eterno. Por una vez en la vida, olvidémonos de nuestra timidez ancestral y seamos radicales, veamos más allá de nuestras irritadas narices y démonos cuenta de que hay que hacer algo ahora, rápido. Ni siquiera repetiré la monserga de que es para las generaciones futuras. Lo digo yo, un santiaguino que aspira a llegar a los cincuenta años de edad con pulmones relativamente sanos.

Por eso, es útil en este momento repasar algunas ideas radicales. Como el enfermo que se muere y ya no tiene nada que perder, Santiago tiene que echar mano de respuestas poco convencionales a este problema:
1. Eliminar las micros amarillas, YA!
2. Hacer una inversión fuerte y radical y construir todas las lineas que faltan del Metro. Hablo de TODAS, funcionando en un plazo de 5 años. Me cuesta encontrar otra forma mejor de invertir de los excedentes del cobre.
3. Convertir el auto en un artículo de lujo, a través de impuestos y peajes dentro de la ciudad. Por supuesto, esto debe ir aparejado de un buen transporte público, que se lograría con los puntos anteriores.
4. Hacer desaparecer un par de cerros alrededor de Santiago para permitir la ventilación del valle. A mi esta solución siempre me ha parecido genial, pero sospecho que es técnicamente costosísima y lenta. Cuánto se demora uno en hacer desaparecer un cerro?
5. Hacer el centro de Santiago totalmente peatonal. TODO, entre la Alameda por el sur y el río Mapocho por el norte. La gente caminaría más, y contribuiríamos a que la gente tuviera mejor salud a través de más ejercicio.
6. Dar significativos incentivos tributarios para que las industrias se reinstalen en provincias. De qué tienen miedo los santiaguinos que no lo hacen ya? No tenemos buenas carreteras que de todas maneras abaratan el transporte?
7. Convertir a la CONAMA (Comisión Nacional de Medio Ambiente) en un ente regulador poderoso, e independiente, igual que el Banco Central, con autoridades que no estén más preocupadas de hacer ver bien a la autoridad que los designó que de mejorar realmente el aire que respiramos. Si es necesario crear un Ministerio, que así sea, pero la independencia y el financiamiento de la entidad reguladores son ABSOLUTAMENTE necesarios, AHORA!, no mañana ni pasado mañana.
En fin, sólo 7 ideas, casi perforo el teclado de la rabia con que he escrito estas lineas. Es una pena que haya una y mil razones que impidan tomar medidas correctivas, que nos permitan respirar mejor y tener una ciudad sustentable. Por mientras, a problemas radicales, soluciones radicales. Lo demás es simplemente dilaciones que se convierten más bien en discursos delirantes, provocados al final de todo por la modorra del ciclo político, donde nadie quiere saltar este puente en llamas porque siempre hay una elección a la vuelta de la esquina.
Suspiro hondo mi hollín del día, y apago el computador.

Saturday, May 06, 2006

Hambre

Qué es el hambre? La negación de algo es siempre difícil de definir, se nos esconde cuando creemos haberla visto, pero se queda ahí, en un lugar invisible pero latente, enterrándonos las agujas del malestar, de la incomodidad, de la ansiedad. El hambre siempre está ahí. No importa cuántas veces la apacigüemos, siempre vuelve con su codicia, con sus pretensiones de más, multiplicándose hasta un cansancio que nunca llega.
Vivimos permanentemente en este juego mortal de tratar de balancearnos sobre esta cuerda floja de la sobrevivencia. El desequilibrio que nos hace temblar y que nos empuja al abismo es corregido, y logramos volver a un punto central que nos permite dar un paso más. Ese paso abrirá otra vez la inestabilidad y vendrán más esfuerzos de equilibrista. Hasta que las fuerzas ya no puedan ser reparadas y caigamos para siempre en el abismo de la mortalidad.
Estamos hechos de hambre, entonces? Si aceptamos que es así, que el hambre es permanente, que siempre vuelve con sus manos de mendigo, una y otra vez, no será que esa es nuestra naturaleza, nuestra condición natural de seres necesitados, de criaturas incompletas, que por azar pasean por el mundo, sin capacidad de mantenerse en pie por mucho tiempo sin tener que comer? Es por eso que a la gente no le gusta comer sola tal vez, porque les recuerda lo básico de la operación, lo mucho que deja al descubierto nuestra indefensión, nuestra fragilidad como especie, nuestra incapacidad para hacer frente a un día a día que se extiende sobre esa cuerda floja que queremos esconder.
Quién nos puso en esta condición? para recordarnos qué, exactamente? Qué significa ese calor incómodo que sentimos en el vientre que nos empuja a buscar algo que comer, a subsistir como un objetivo en sí? Nadie, que yo sepa, come porque piensa: "aún no debo morir, porque debo hacer x o y". Comemos porque nos enfrentamos cara a cara con nuestros más fatales instintos, ésos que nos impulsan sin pensar a dar un paso más en la cuerda floja, ésos que nos recuerdan nuestras falencias y debilidades.
Qué puede llevar, entonces a alguien a autoprovocarse este dolor básico? Qué significa querer morir de hambre porque hay algo superior que le impide seguir? Desde lo más profundo de las convicciones de un hombre o de una mujer que decide dar este paso tan antinatural, hay algo feroz y magnífico que probablemente pocos en el mundo pueden sentir. Estamos hechos para sobrevivir, nuesta naturaleza nos obliga a seguir escarbando hasta encontrar algo que nos dé un día más, una hora más, hasta que las fuerzas ya no nos sean suficientes y la derrota sea total.
Para algunos esto no es lo que cuenta. Para algunos las circunstancias son tan poderosas y abrumadoras que el hambre ya no tiene esa fuerza que le hemos reconocido desde que los humanos son humanos. Para estas personas extraordinarias el hambre abre sus labios infinitos y deciden ignorarla. No arrojan nada a su bolsa de limosna. Aunque puedan. Aunque en ese esfuerzo el dolor y la ansiedad pueblen su cotidianeidad. Aunque el sufrimiento sea el alimento que reciben constantemente en la mesa a la que el hambre no se sienta.
Mis respetos y solidaridad con los mapuches, cuyas vidas y sueños estos días se abrazan como nunca antes en triste agonía.