Wednesday, December 19, 2007

Lo bueno de Chile

Los chilenos tal vez somos extremadamente crueles con nuestro propio país. Tal vez demasiado. Como un amor abusivo, no nos hartamos de humillar a la tierra que nos vio nacer, de apocarla, de decir que en otras partes es mejor, que no tenemos cocina ni cultura, que el aire huele mal y que nos creemos lo que no somos. Somos asiduos practicantes de este deporte de auto flagelo. Yo mismo estoy en este grupo, y este blog es prueba de ello.

Por eso me preguntaba el otro día si sería posible construir un blog con cosas positivas sobre el país. Dos ideas se me ocurrieron que saboteaban su éxito. En primer lugar, y por tontas razones de linea editorial, tal vez tendría que abrir otro blog, como para consolidar en el hiperespacio esta enfermedad nacional de la hipocresía dos caras. Yo y mi otro yo sabían que no lo haría. Ya ralean los posts en este blog, menos iba a abrir otro. En segundo lugar, pensé que el blog positivo sobre Chile sería fome, algo así como una canción de Alberto Plaza o un libro de Isabel Allende, donde los dramas están entre algodones y frases hechas. Como para caer en un desfile sin fin de cursilerías sobre la cordillera y los lagos del sur. O sobre la mujer chilena o sobre lo honestos que son los carabineros.

Pero vuelvo a la idea original: Chile es un país complejo, de luces y sombras. De eso no cabe duda. Y de pronto pienso en esos brochazos de filosofía griega aprendida en alguna de las tantas aulas asistidas, y recuerdo esa vieja distinción entre lo que se es y lo que se puede llegar a ser en potencia. O sea, sin abandonar mis inclinaciones críticas, pasar de escribir sobre las cosas malas de Chile sobre lo bueno que podría llegar a ser.

Qué puede ser Chile en potencia, cuáles son sus capacidades inaprovechadas? todos los países tienen sus límites, impuestos por la lejanía, por su cultura, por su historia, por sus costumbres y sus modos. El gobierno actual en Chile bota diariamente por la borda sobre el ancho Océano Pacífico las oportunidades y las potencialidades que tenemos los chilenos. Para que la corriente de Humboldt se las lleve para otra parte. Nuestra oportunidad de ser un país culto, por ejemplo.

Como quiero escribir algo positivo, no voy a empezar a decir lo que hay que destruir para construir algo bueno. No voy a decir que habría que demoler por lo menos la mitad de los malls, que habría que proteger las bibliotecas públicas y los negocios de la esquina, crear créditos para los pequeños comerciantes, darle más capacidad a la vida de barrio, tratar de contrapesar la cultura farandulera, eliminar para siempre los lugares comunes y la chabacanería. Porque no quiero ser negativo y decir que la cultura NO es tipos en zancos, ni es tener mimos en las plazas, ni siquiera es necesariamente más gente que va al Teatro Municipal. Es una forma de ver las cosas, valorar el ser mejor, atreverse a ser intelectualmente humilde, tener la curiosidad por conocer algo más que lo último que dijo la bataclana del momento. Bueno, no quería decirlo, pero lo dije.

No importa. Como contraste sirve. Destruir para construir, como dijo Sócrates. Pienso en el Chile donde creció Neruda, un país mucho más pobre que el actual, y con muchos defectos, pero donde un poeta no era un loco que habla solo en la esquina, donde lo que se decía no daba lo mismo. Donde las palabras no habían perdido el sentido, como hoy. Donde la política no consiste en gritarse insultos mientras los míos aprovechan el pánico apropiandose de los despojos fiscales, con arrogancia de patrón de fundo, de dueño de encomienda, de conquistador que mira desde arriba del caballo, o desde arriba del cargo público obtenido sin más mérito que la cuota política.

Yo creo que al final todo se reduce un poco a decidirnos de una vez por todas a ser sinceros con nosotros mismos. Somos poco pero queremos ser más. Y aquí tal vez deberíamos hacer un acto de fe: tenemos que creer a ciegas que Chile puede ser mucho más de lo que es ahora. Que la falta de liderazgo del gobierno y la pobreza actual de la vida pública no son suficientes para apagar las ganas de ser más de la gente. Que si surgiera un nuevo Roberto Bolaño entre los escritores, no tendría que irse a vivir a Barcelona para escribir tranquilo. Un país donde la belleza de las ciudades se persiga con el mismo interés que la variación de la tasa de interés del Banco Central. Donde no exista temor a tomar decisiones difíciles. Donde los grandes relatos, un nuevo gran relato sobre el futuro de Chile, vuelva a encantar a los chilenos, y les de un sentido más alto y puro al hecho de ser de este país y de quererlo bien, con sus virtudes y defectos. Es mucho pedir?

Sunday, October 21, 2007

Mediocres al poder

Hace diez o quince años atras recuerdo que habia gente que decia que en Chile se notaba que había más dinero pero menos cultura. Como esa tendencia no se revirtió nunca, los rotos con plata que resultamos de ese proceso hoy tenemos que soportar casi resignadamente el gobierno que tenemos.

Qué pasaría si fuéramos ricos pero con cultura? tal vez nos daríamos cuenta de lo que está pasando, y más gente (más electores) podrían pedir lo que nos haría mejores y nos permitiría definitivamente ser más chilenos, más encontrados con nosotros mismos, en resumen más felices.

Pero no es así. Lavín sale diciendo que está justo en la mitad del oficialismo y la oposición. Y a falta de noticias más sensacionales, se levanta la polvareda de un debate artificial sobre qué diablos quiso decir con eso. El líder político más pobre de intelecto que ha tenido Chile en los últimos tiempo domina el debate público. En el reino de los ciegos el tuerto es rey. Pero qué pasa cuando ese único tuerto es miope de su ojo bueno?

Leo con horror otros ejemplos funestos de la mediocridad más total de nuestra clase dirigente y de nuestra extendida fronda aristocrática. El recorte del presupuesto a la ciencia es sólo un botón. Para el presupuesto más holgado de la historia de la República, se disminuye en un 11% la asignación a Fondecyt, y se reducen casi a la mitad las becas de doctorado. Sí se aumentan los recursos para el mal entendido ítem de "innovación", que en las cabezas de los ingenieros que administran los fondos públicos, se reduce a "innovación empresarial". O sea, el conocimiento que no sirve para exportar fruta a Estados Unidos, no nos interesa. Cómo es osada y dañina la ignorancia.

Los que se llenan la boca con concepto de país desarrollado y con frases hechas como el salto al siglo xxi, ignoran cómo hacerlo. En el Chile de hoy la distancia entre el discurso y la realidad provoca angustia entre los que miramos este teatro del absurdo desde el anonimato.

Por eso creo que en Chile abunda la mediocridad más atroz. La Antártica ha llegado a las primeras planas de los diarios en estos días y nos ha dado el ejemplo más concreto de este divorcio entre acciones y palabras. El Reino Unido amenaza con tomar iniciativas para declararse soberano sobre el subsuelo marino antártico, sobre la base de sus reclamaciones territoriales, que coinciden en buena parte con las chilenas y con las argentinas. Los políticos enfermos de frases hechas y de ideas preconcebidas, elevan sus augustas voces para decir desde Valparaiso que rechazan "de la manera más categórica" esta aspiración de los británicos, y que viajarán al continente austral "para hacer soberanía".

A mi me parece muy bien, a pesar de que es algo inútil considerando que el Tratado Antártico del año 1959 congeló las aspiraciones territoriales sobre el continente, y estableció que ninguna acción a partir de ese momento se consideraría como precedente jurídico para fortalecer una reclamación de un país sobre otro.

Por eso antes de hacer las maletas a la rápida en enfurecido sentido patriótico, yo les diría que pasen por el instituto antártico en Punta Arenas (donde no sé si han estado alguna vez) y conversen con su Director, tal vez puedan sacar un par de ideas para el futuro de la Antártica chilena. Tal vez algo que revierta la tendencia que hemos visto en los últimos años en que la actividad científica que impulsa nuestro país se hace a pesar del exiguo financiamiento estatal y no gracias a él. No son los mismos parlamentarios los que deciden cuánto dinero se invierte en esto? Chile es, por muy muy lejos, el pariente pobre de los estados reclamantes de la Antártica. Pero a nadie parece importarle mucho. Al menos hasta que en la prensa se presenta una oportunidad para ser altisonante y para ganar titulares respondiendo con actos patrioteros.

La mediocridad de nuestros políticos es lo que merecemos por ser un país inculto, que se olvidó de invertir en su propia gente. Somos prisioneros de una clase política (hombres, mujeres, izquierda, derecha) que sigue pensando que hacer cultura consiste en saltimbanquis y gente en zancos, payasos y mimos de ocasión. Como dijo Huidobro en su tiempo: Si no me diera risa, me haría llorar.

Monday, October 01, 2007

Notas para cantautores

Es un asunto extraño, este de escribir canciones. Yo siempre he tenido la frustración de ser incapaz de construir una letra decente de una canción, a pesar de que no tengo mayores problemas para crear una melodía. Me quedo ahí, tarareando algo que podría llegar a ser una canción, pero que finalmente se transforma en una grabación mía con la guitarra y con mi voz "nananeando" en el lugar donde debería ir la letra.
Hace algunos días probé a invertir el orden de las cosas, es decir, tomé cualquier frase que me pareciera "musical", sin importar lo que significara, y traté de construir una letra a partir de ella. Resultó! De alguna forma, la primera frase desencadena algo, no sé bien qué será, pero lo cierto es que ayer escribí una canción y la grabé entera, con estrofa y coro, en menos de tres horas, que para cualquier persona es un buen tiempo. Claro, la grabación no está perfecta, tiene problemas de ecualización y hay errores, pero ya está ahí, almacenada.
Lo interesante es que a pesar de que la elección de las palabras iniciales sea casi azarosa, debe haber algo de asociación libre en la continuación de la letra. O sea, no es tan fortuito como parece, y finalmente se transforman en imágenes que algo tienen que ver con uno, con lo que está pensando. Tal vez si sigo con esta técnia eventualmente el proceso sea más fácil, con letras con un significado más claro y directo. Pero por ahora, es simplemente algo muy, muy entretenido.

Monday, August 06, 2007

Farewell to Cholo

Los gatos saben lo que quieren. Son criaturas precisas, ágiles para alcanzar los lugares que desean recorrer, pero ahorrativos en sus esfuerzos. Tal vez saben que el próximo salto será aún más grande, que les demandará aún más energía. Y por eso no dudan ni un segundo para aprovechar el rayo de sol que los mecerá en el sueño, como un camino hacia otro mundo. Los gatos duermen mucho, mucho más que nosotros. Y son capaces de despertar y volver a dormir con la misma velocidad con que atrapan su presa, o escapan de una situación desagradable.
Los gatos aparecen de la nada, y desaparecen sin hacer ruido. Un segundo no están, y al siguiente adornan los puntos más altos de los muebles, vigilando su espacio, su territorio. Luego cuando ya ha llegado el momento (ni antes ni después), se retiran con elegancia y decisión. En silencio. El ruido llega luego, desde la cocina, de las patas en la caja de arena o en la comida seca que se pulveriza en sus dientes.
Tienen gestos únicos. Les fascina jugar a atrapar cualquier cosa que se mueva. Las cuerdas los vuelven locos. Sobre todo una cuerda que se mueva frente a ellos, arrastrada por el suelo, puede ser fuente de muchas horas de diversión. A menos que no quieran jugar, en cuyo caso no hay nada que hacer.
Mi gato Cholo le encantaba jugar con mi pie. Los cordones de los zapatos eran un agregado, como un juego dentro del juego. Todo terminaba en un momento de máximo jolgorio y alegría, cuando ya no podía más de felicidad y trataba de atrapar mi pie calzado, él ya de espaldas en el suelo, aferrándolo con todas sus fuerzas, las orejas giradas hacia atras, con sus uñas largas y afiladas y mordiendo, mientras con las patas traseras pegaban pequeñas patadas, como tratando de arañarme. Sé que todos los que han tenido gatos me pueden entender y saben de lo que hablo. Yo muevo el pie como jugando a que mi zapato es la presa que él ha atrapado. El juego termina cuando él decide, suelta todo y se levanta rápido, recuperando su elegancia y ocultando su satisfacción, como si recordara que la naturaleza lo creó bello, único, digno.
Se afilan las uñas con lo que encuentren. Mi departamento sufrió las consecuencias de no tener una alternativa para esta función de primera necesidad, y el papel mural fue hecho añicos. No fue su culpa.
Recogí al Cholo de la sociedad protectora de animales de Nueva Zelandia(SPCA). Tenía seis semanas. Ya entonces se veía un gato ágil y fuerte, dispuesto a jugar con cualquier objeto que estuviera a su alcance. Creció en porte y se transformó en un ejemplar robusto, de pelaje absolutamente negro. Hermoso de no ser por un poco de sobrepeso producto de ser un gato tan urbano, que no conoció mucho de la vida al aire libre, ni de trepar por árboles ni de pasar noches fuera de casa. Una vez lo saqué a la terraza y quedó petrificado. Probablemente no sabía qué hacer con tanto espacio. De vuelta dentro de la casa, comió un poco y se fue a mirar por la ventana, desde donde se entretenía siguiendo con la vista los pájaros que pasaban.
Cuando volví de Nueva Zelandia a Chile, lo dejé en un hotel para gatos, mientras yo me hice un viaje de mochilero por un mes. Lo fui a buscar al aeropuerto en Santiago. Venía en una caja especial, y pensé que podría haber sufrido por el viaje. Sin embargo, luego de los cientos de papeleos en la aduana, lo vi aparecer entre toda la carga aérea en una caja de madera, con una rejilla metálica a un lado y un embudo en el techo de la caja, a través del cual le daban agua. No sé si él me reconoció a mi, pero yo reconocí su maullido sano y feliz, y su negrura dentro de la caja fue la imagen que corroboró el reencuentro.
Tuve que separarme de el para venir a Roma, lo dejé en la casa de mis padres donde tendría más espacio para moverse y para bajar esos kilos de más.
Dicen que los gatos son fríos, incluso traicioneros. Que no demuestran sentimientos ni apego. Esta es una infamia probablemente difundida por las personas que sólo quieren a los perros con sus saltos y su amor incondicional. Los gatos son exactamente iguales. Sólo que el amor de ellos, como el de las personas, no es incondicional. Los gatos saben lo que quieren. Si no quieren jugar, no juegan, por mucho que uno insista. Si uno los obliga a salir de alguna parte o a dejar de hacer algo, se van reclamando. Son temperamentales y no lo ocultan.
A pesar de todo eso, no esconden sus sentimientos. El Cholo me esperaba todos los días cuando yo llegaba del trabajo, y se me metía entre los pies, impidiéndome caminar hasta que lo tomara y le hiciera cariño. Dormía todos los días conmigo. Se acostaba sobre mi, de tal forma que su cara y la mía quedaban frente a frente. Se sentía seguro escuchando el latido de mi corazón, y yo me sentía cómodo con su ronroneo misterioso. Me seguía a todas partes, a la cocina, al living, si me sentaba a ver televisión. Guardando una distancia y siempre en silencio. Hasta que casi fortuitamente decidía saltar a mis piernas y pedirme que le hiciera cariño, debajo del mentón, como le gustaba a él, o sobre la cabeza. Pero estas eran excepciones, casi siempre se tendía a algunos pasos de distancia. A veces yo lo miraba y como si él se sintiera observado, me miraba de vuelta, con un aire de indiferencia y superioridad. Luego de ver que no había nada nuevo de mi parte, alejaba de nuevo la mirada y se perdía en su mundo de cavilaciones felinas. Y para mi se transformaba en esa figura negra en el rabillo de mi ojo. Hasta el día de hoy me engaño de ver un algo negro de reojo (un bolso, una caja), y pienso por un segundo que es él.
De alguna forma el Cholo era un incondicional. Me dio su compañía gatuna incondicionalmente todas las veces que yo quise. Fue incondicionalmente sincero en sus gustos, lo que quería y no quería. No me engañó jamás. Me dio toda la libertad que yo quise. No me llenó de maullidos caprichosos, ni me pidió nada más que comida, agua y un baño limpio. Creo que él y yo nos parecemos en eso, en disfrutar de las cosas buenas de la vida, viviendo con lo mínimo. O tal vez es algo que yo aprendí de él.
Ayer supe que, en un día como cualquier otro, el Cholo tuvo un ataque al corazón y murió de manera fulminante. Me han dicho que la población de gatos en Nueva Zelandia está altamente controlada, por lo que se produce inbreeding, lo que lleva a problemas congénitos, que pienso que explica su temprana muerte a los 6 años de edad.
Sé que su sentido de independencia no le reportó tristeza ni siquiera en los últimos momentos. Yo lo tuve conmigo y el me tuvo consigo, que es probablemente mucho más de lo que muchos gatos y humanos pueden decir. Se fue solo, con su carácter y sus mañas, con sus ojos verdes que se asomaban de en medio de su piel negra, como jugando, siguieno la última cuerda, tratando de atrapar el último rayo de sol y ronroneando para siempre en mi memoria, dormido eternamente en el rabillo de mis ojos.

Tuesday, June 26, 2007

Visita al Sur de Italia. Tercera Parte (y final).

Salir de Sorrento fue una experiencia extraña. La península amalfitana parece un apéndice sacado de otro país, bello en su verdor vegetal, limpio en su azul oceánico. Parece que alguien lo hubiera arrancado de su origen paradisíaco y se lo hubiera clavado como una rama de romero en la costa de la Campania.


Lo que se ve de inmediato luego de salir de la península es algo que el turismo italiano ha logrado ocultar bastante bien. Después de la belleza que dejábamos atrás, de pronto todo estaba invadido por la monotonía de casas sociales y bloques de departamento construidos a la ligera, sin consideración estética alguna, el sol que invade todo y que no deja nada a la imaginación, y el Vesubio que reina en su majestuosidad egoísta.


La entrada a Nápoles me recordó el barrio de la Estación Central en Santiago. Un empedrado irregular cruzado por líneas de tranvía que no sé si aún corren, ni a dónde van, grandes letreros de publicidad que no se han renovado en años, y donde los habitantes locales se han expresado con graffitis o simplemente arrancándole a girones el papel. Gente que cruza la calle sin apuro ni destino aparente, mientras unos pocos barcos semi-abandonados se mecen somnolientos en las olas, esperando una carga que no llega nunca.


El hotel donde nos alojamos está en el centro mismo de la ciudad. Salimos a caminar. Era un domingo y como en muchas otras ciudades, las calles se veían vacías. Buscábamos un lugar donde almorzar. Sin embargo Nápoles no es un lugar apetitoso, especialmente por la presencia constante de la basura, que está en todas partes. Donde uno vaya, montones de basura acumulados, que en algunos casos son cerros en donde bolsas plásticas, cartones, botellas y desechos vegetales se mezclan en un solo color, en un solo olor: el de la inmundicia.


Contrariando mis principios y mis gustos, almorzamos en un McDonalds, que muy a mi pesar parecía el único lugar con un mínimo estándar de sanidad. A juzgar por la gente que se veía en la calle, muchos también recurrían a la comida rápida con bastante frecuencia, porque la obesidad es algo muy patente en Nápoles. Niños y adultos, la evidente sobreingesta de calorías y grasas es de un nivel asombroso. A estas alturas, Roma me parecía un paraíso lejano y borroso.


Finalmente luego de mucho caminar dimos con lo que se podría llamar el centro cívico de la ciudad. En la plaza central, llamada piazza del Plebiscito, están los principales edificios de administración de la ciudad. No deja de llamar la atención lo monumental de la plaza, la majestuosidad de los edificios que la rodean.
El mar está a la vuelta de la esquina. Hay un bellísimo paseo peatonal que permite ver el mar milenario, tan lleno de historia y donde por miles de años la ciudad ha presenciado las infinitas formas de esta existencia terrena.
Nápoles sorprende: a pesar de las primeras impresiones de la basura y la falta de higiene, es imposible ocultar que la ciudad fue un lugar de gran apogeo cultural y arquitectónico. Sin planearlo llegamos al Castello Dell'Ovo, construcción centenaria que parece una cárcel, hecha de un ladrillo tosco, pero de gran belleza. El lugar está dominado por el turismo, lleno de restaurantes.
Al día siguiente, un lunes, tuve la oportunidad de ver a la ciudad en plena actividad. En efecto, comprobé lo que me temía, es decir, el caos y el ruido de una ciudad agresiva dominan todo. El par de actividades que tenía esa mañana estaban a una distancia caminable desde el hotel, así que me fui por mi propia cuenta y riesgo, premunido de un mapa facilitado por el hotel. Un par de veces me vi obligado a pedir instrucciones en la calle, y la gente me pareció bastante menos amable (por no decir más agresiva) que en Roma. Tal vez esa es la consecuencia de tantos años de mafia y de desprotección frente a los grupos organizados, ese temor atávico que se disfraza de agresión y de esa actitud "menefreguista" como dicen en Italia.
El mismo día lunes salí de Nápoles, un poco defraudado por el espectáculo del desaseo y de la lenidad de sus habitantes. Manejando el auto hacia las afueras de la ciudad, en un caos de tránsito descomunal, donde las normas parecen entregadas a la oportunidad y la voluntad de los conductores, vi barrios sacados de ciudades tercermundistas, barriadas que no se dirían de un país G-8. Y la basura, por todas partes cerros y cerros de basura.
Semanas después un amigo me contó que había recorrido Nápoles con una guía, que lo llevó a todos los lugares históricos que había que conocer. Volvió encantado, relatando una historia bastante distinta a la que yo tuve. Tal vez la ciudad tiene esa atracción, donde el dramatismo sobrecoge, donde la fealdad es tan rotunda que atrae, y donde la gente vive en los confines del caos social.

Friday, June 01, 2007

Visita al sur de Italia. Segunda Parte

Con algo de decepción, pude ver que el camino a Paestum desde Salerno va siguiendo la costa sin mayores atractivos para la vista. Se sale de Salerno en medio de edificios de los años 60 mal mantenidos y se pasa por una zona que recuerda algunos parajes del litoral central de Chile, con árboles que van desapareciendo del paisaje costero como bañistas solitarios que vuelven de la playa en un día triste. Otra de las cosas que se ve con bastante frecuencia son las prostitutas que se paran a la vera del camino a toda hora (yo pasé a las 10am), como un componente más del paisaje. A los locales parece no molestarles.

El día era luminoso, y a pesar de las indicaciones un poco confusas del tránsito en Italia, finalmente llegamos a Paestum. Uno tiene que hacer abstracción del hecho de que todos, absolutamente todos los grandes centros arqueológicos de Italia están ahora consagrados al turismo. Tienda tras tienda de souvenirs nos indicaron que ya estabamos llegando. No obstante este exceso de comercio, el lugar es sobrecogedor. Paestum se extiende sobre un terreno llano en el que crece vigorosamente un pasto corto y homogéneo, dando al lugar una sensación de pradera campestre, lejos de representar la bullante ciudad que algún día fue.

La ciudad sin embargo se aprecia bien inmediatamente cuando surgen frente a uno los templos y las columnas, extraordinariamente bien conservadas, como un rebaño dormido de enormes bestias de piedra. La majestuosidad está ahí, la imaginación no tiene que hacer ningún trabajo para darse cuenta que uno está paseando por el centro de una ciudad griega, donde el culto a los dioses ocupaba los grandes edificios, que junto a su funciòn sacra probablemente eran también el lugar predilecto de sus habitantes para celebrar y conversar, para discutir y hacer política, para lamentar las derrotas y también para sufrir los saqueos de los enemigos en momentos de desgracia y desventura.

El tiempo se nos hacía poco y no pudimos pasar al Museo que está totalmente dedicado a exponer las reliquias y hallazgos arqueológicos del lugar. Hecho este descargo, debo decir que la información que se ofrece en medio de las ruinas y templos es mínima, y uno debe apoyarse en cualquier folleto que pueda comprar en las inmediaciones para entender mejor lo que está viendo.

Dimos media vuelta en el auto y deshicimos el camino, pasando esta vez sin detenernos por Salerno. Nos habían hablado mucho de la costa amalfitana, como uno de los lugares más bellos de Italia, que no es poco decir. Y la comprobación del hecho llega rápido. Inmediatamente despúes de Salerno se llega a un lugar maravilloso que se llama Vetri Sul Mare, una pequeña plaza que como todas las construcciones de la zona parece que se ahogara en la inmensidad del mar. Uno no se puede esconder del océano en la costa amalfitana. Lo sigue a uno a todas partes, como un ojo azul que llora espuma y se queja con su oleaje tranquilo.

Lo que sigue es una serie de pueblos, cada uno más bello que el otro. Los caminos que suben por las laderas de las empinadas costas de la región parecen talladas por las olas mismas, entregándole a los hombres simplemente la tarea de construir las casas que se arremolinan en multitudes como peces en una red para ver un poco del azul del horizonte.

Se come estupendamente. Dicen que el turismo masivo hace bajar la calidad de la comida que se ofrece en los restaurantes. Esto es particularmente criticado por los italianos, para quienes los ingredientes frescos son la única forma de conseguir un plato decente de pastas, o de pescado, o carne. Debo decir que en uno de los pueblos menos turísticos de la zona, Maiori, pude comprobar esta realidad, porque lo que yo pude saborear era simplemente óptimo. Un placer de comida recién preparada, fugaz como la frescura de los ingredientes, lejos de la producción masiva y en serie, y que me recuerda con alivio la existencia de movimientos como el slow food, que buscan rescatar esta dedicación a la buena mesa y a la cocina tradicional.

Agazapado detrás de una curva del camino está Amalfi. Lo que vi fue un lugar de una belleza única, con una historia riquísima, donde se pueden pasar días de vacaciones inolvidables. Pero también es como una fortaleza invadida por extraños, que sacan fotos a todo lo que se mueva o parezca antiguo, y que compran todo lo que simbolice el lugar, en su distorsionada visión de las cosas y cargando todos los lugares comunes y simplificaciones que se ven en la televisión y en las películas de Hollywood. La belleza del lugar hace olvidar todo esto y ayuda a abandonarse en la admiración de la iglesia, en la cúspide de una monumental escalinata, donde descansan los restos del Apóstol Andrés. En una inscripción en piedra en la puerta principal de acceso al pueblo, dice que en el día del juicio final, para los amalfitanos que se vayan al cielo, va a ser un día como cualquier otro. Pretencioso, aunque lo entiendo.

Lo mismo se puede decir de Positano. Leo que el lugar fue un próspero puerto hasta el siglo XVIII, pero que con posterioridad cayó en un período de decadencia del cual no se pudo recuperar nunca. A principios del siglo XX los habitantes, en su mayoría pescadores, comenzaron a emigrar debido a la pobreza por la que estaban atravesando. Muchos se fueron a Estados Unidos. Sólo a mediados de los años 1950 Positano volvió a ser un centro de actividad, gracias al turismo, que ha ido sólo en aumento. Uno de sus primeros promotores fue el escritor norteamericano John Steinbeck, que describió sus bellezas, con lo que convenció a sus coterráneos de visitarlo.

El fin de este viaje por la costa amalfitana termina en Sorrento. Sólo el nombre recuerda canciones napolitanas y a un vivir relajado. Sorrento está en la vertiente norte de la pequeña península. Lo primero que llama la atención es que todo se ve mucho más real que en todos los otros pueblitos. Aquí se ve la presencia humana, la contaminación, la basura y las personas que viven y trabajan. El centro de Sorrento es una delicia. Con plazas y castillos al borde del mar es un lugar encantador. Sin embargo, despunta rápidamente el problema: es un lugar saturado, de autos, de personas, de ruidos. Cuando estabamos saliendo, ya en camino a Nápoles y con el Vesuvio a la vista, pude ver una de las filas de autos más grandes que he visto en mi vida. Sorrento es como un remolino de agua, que atrae a todo lo que se mueve, y que sigue tragando personas aunque ya no quepan más.

Ahogado de belleza y de las multitudes, salí de la península amalfitana. El cambio fue rápido y brutal. El Vesuvio (que siempre me ha fascinado) proyecta una sombra oscura que entristece todo a su alrededor. Los carteles de la carretera (ya sin verde, sin mar, sin bellezas) ya comenzaban a indicar que otro tipo de experiencia venía por delante: Nápoles, la antigua ciudad nueva.

(continuará...)

Wednesday, May 23, 2007

Visita al Sur de Italia. Primera Parte

Hacía semanas que estaba esperando la llegada de este día. Finalmente, respondiendo a una invitación de la Universidad de Salerno, partí para participar en el día internacional de la universidad, donde se podría conversar sobre intercambios estudiantiles y cooperación académica internacional.
Salerno es una ciudad sobre la costa del mar tirreno, al sur de Nápoles, construida sobre una pequeñísima faja de tierra plana y unas montañas que parece que empujaran contra las olas a casas, calles y edificios. Llegué a Salerno de noche, manejando en mi auto, siempre un poco inseguro, con el mapa en una man0 y leyendo todos los carteles que me encontraba. La carretera que viene desde Roma se acaba de repente y muta en la forma de avenidas estrechas y con ánimo de hacer ciudad, como un río que riega un bosque. Después de algunas llamadas por teléfono e indicaciones, me encontré en la ciudad con un profesor de la Universidad, quien me guió en su propio auto por un camino de callejones estrechos. Llegué al hotel, cansado del viaje pero contento de sertirme cerca del mar.

A la mañana siguiente partí a la universidad, y ya a la luz del día pude apreciar la belleza del emplazamiento: una larga bahía muy abierta, con una luminosidad que sólo da el mar. El ruido blanco que está en todas partes es como una presencia constante de olas, viento en los árboles y ruidos de la ciudad que no te abandona nunca, como tu sombra. Igual que los tacos (embotellamientos). El tráfico es atroz en Italia, dondequiera que se vaya.

La Universidad es muy impresionante, un gran campus en plena expansión, que construye edificios y bibliotecas, dejando grandes espacios aún inutilizados. Una pequeña ciudad que trata de ser una guía e inspiración para toda la zona. Me cuentan que los buses que entran en el campus tienen el requisito de ser de baja contaminación (llamados ecológicos). Como la población estudiantil de 45 mil alumnos son un grupo significativo de los pasajeros de los buses, esta regulación anticontaminante ha beneficiado a toda la región, estableciendo un estándar común en ella.

Salerno es una mezcla interesante de ciudad con aires medievales y centro pujante de actividad económica y cultural. Uno se puede meter entre sus callecitas donde (por suerte) no caben los autos (aunque uno no se libra de las motos), y ver la infinidad de tiendas, iglesias, palacios y cafés que se muestran en ese esplendor perezoso que es el estilo italiano.

La sesión en la Universidad fue interesante y llena de atenciones por parte de mis anfitriones. Una hospitalidad pocas veces vista y que me llenó de conversaciones amables e interesantes, y de los sabores generosos de la cocina local. Entre los asistentes internacionales al encuentro, conocí a un profesor de ingeniería turco, cuya principal afición era la guitarra clásica. A pesar de la coincidencia con mi propio hobby favorito, él exhudaba una amargura por no haber sido suficientemente valiente para abrazar el arte de la ejecución musical, dejando de lado su trabajo como académico y la seguridad que le ofrecía. Al parecer, en algunos artistas, el miedo al hambre y la pobreza es más poderoso que la inquietud musical.

Una vez terminados las labores y la visita a la magnífica universidad, quedé libre para conocer las maravillas de la zona. Como había traído mi auto, decidí cumplir un programa libre, y como era mi primera vez en la zona, partí hacia uno de los puntos más conocidos y famosos de la región: las ruinas de la ciudad de Paestum.

(continuará)

Monday, May 07, 2007

Music

I am writing music again. Somehow I put myself together and found a place and a time to reconstruct my own willingness to express myself musically. In a corner of my living room there is a keyboard, surrounded by guitars and a little mixer I bought a couple of years ago. Last night I was playing the guitar (using the Paul McCartney method to writing songs, which is, grab the guitar, start playing and see what comes out) and I recorded a two-sections line of something that sounds like a blues. It is not a 12-bar blues, but more like a melody with blues beat. I guess it might become a chorus of a song.
But that is the main thing right now. Since I have always liked the idea of making music but never spent so much time actually doing it, I feel I am a bit out of my element. Like when you learn a new language, you end up saying funny things and mumbling a lot of uncomprehensible sentences that lead nowhere. Until to get to know the melody of the language (music is really everywhere) and suddenly you are breezing through words and expressions. And stop making people laugh for all the wrong reasons.
The main two problems I am facing are: 1. I suck at writing lyrics. I just can't think of a nice line to put on a song. 2. Music comes to me in sections, so I end up producing these "moments" that sound nice, but that come from nowhere and go nowhere. So pretty big problems. But I am not getting alarmed by it, since it has been a while since simply try to enjoy this passtime instead of torturing myself by focusing on my weak sides. There is also what writers call "white page panic", sitting in front of an empty page with no idea of what to write about. And feeling that the well has finally dried up. I now think that is bullshit. I am so proud of myself.
On the technical side of things, I am in a growing need of more tracks to record more instruments. I have a very humble, analog mixer (works with cassette tapes, yes, they still exist) with four tracks. So I would normally start with my acoustic guitar as a base of the song - to - be (1st track), and then add bass guitar (2nd), drums (3rd), and then I have to choose between singing something (or humming, given my limited gifts as a lyricist) or playing an electric guitar solo. At this point and to the relief of many, I normally choose the guitar, which leads me to another dead - end, because I have no effects for the guitar, and it sounds like a 12 - year old kid trying to sound like Barry White.
So, my shopping list is topped by a multi-pedal effect for the guitar, followed by a 8-tracks mixer. I will start saving... In the meantime, I am happy to be writing again. It is a wonderful thing that disconnects me from the real world, and above all, no matter what the final music sounds like, it is such fun!!!

Wednesday, May 02, 2007

Chile Primero... y luego qué?

La Concertación se está lentamente desintegrando frente a los ojos de todos. Y pareciera que todos los políticos han decidido sentarse a esperar qué pasará en esta lenta agonía mientras sacan cálculos en los ábacos de la política ficción para ver qué beneficios o peligros podría traerles.
Yo que estoy fuera de toda esta dinámica, más allá de ser simpatizante concertacionista, y libre de este tipo de consideración, me parece que la Concertación hace rato que dejó de ser lo que era. Perdió su espíritu, se corrompió (literalmente y en sentido figurado) con malas artes, cayó en desgracia consigo misma y con todos quienes nos sentimos identificados y hasta emocionalmente atados a ella. Para nadie es un misterio que hoy el gobierno está constituido por una maraña de influencias, con cargos y beneficios para los amigos de los que tienen poder, y bañado en un olor a arrogancia y autosuficiencia insoportables. Se cumple esa ley universal que dice que los revolucionarios que llegan al poder se transforman rápidamente en una fuerza conservadora.
Pero Chile es un país fantástico. Un ejemplo en América Latina. Tan fabuloso que sus instituciones son estables, y somos capaces de desarrollarnos en silencio, calladitos, mientras en el resto del continente bullen los escándalos, los golpes de estado, se suceden los gorilas en el poder y los presidentes electos tienen que escapar en helicóptero en medio de las crisis económicas y de masas enardecidas de ciudadanos.
¿Qué tan fantásticos somos, realmente? En el medio de esta crisis paulatina y silenciosa (a la chilena) de la Concertación, me da la sensación de que con el mismo silencio y sigilo en que se hunde la coalición de gobierno, también se explica el verdadero rostro de tanta maravilla institucional, de tanta estabilidad republicana.
En estos días se está anunciando la formación de un nuevo "movimiento" político, llamado Chile Primero, liderado por un Senador y por un ex - diputado. Lei el documento central de su manifiesto, que me pareció sumamente interesante. Dicen las cosas por su nombre, aunque sin entrar en detalles. Apuntan a grandes objetivos pero sin caer en la delicadeza de decirnos cómo van a alcanzar estas metas soñadas por todos.
Respiro aliviado cuando leo en el documento una crítica ácida pero muy acertada al actual gobierno. Critican al gobierno con brutalidad, a pesar de su conocida afiliación concertacionista. Tienen ese mérito. El documento es como un regreso (casi deseado) a los grandes discursos, alejándonos del disco rayado de "los problemas reales de la gente", de las "acciones concretas", del "y en esto quiero ser muy claro y sincero". Como decían Los Tres en un disco de hace ya bastantes años, "no más acciones, queremos palabras".
Dan en el clavo, y entre líneas dicen lo que mucha gente piensa. El gobierno no tiene fuerza, no tiene don de mando, la Presidenta se queda encerrada en su torre de marfil como reticente a hablar mucho o a tener muchas iniciativas, por miedo a meter la pata. El gobierno no tiene ideas, es incapaz de encantar con un proyecto, con una visión de país. Y se hunde en sus propias contradicciones: declara ser un gobierno para la gente ("Estoy contigo", se acuerdan?) pero en realidad es un gobierno hermético y enredado en malas prácticas de corrupción y deshonestidad.
Cómo entender entonces que este nuevo "movimiento" sea realmente "nuevo"? Hay una renovación? Cómo es posible que el nuevo escenario político se refunde con personas que llevan 30, 40 años en lo mismo? Flores fue Ministro de Allende, para que apreciemos las proporciones de su compromiso con el establishment chileno. Y Schaulsson para qué decir, tiene más músculos en la muñeca que en cualquier otra parte de su cuerpo periforme.
En mi opinión estamos asistiendo nuevamente a una autoperpetuación de la clase política chilena. Dirigida esta vez por personas inteligentes, que son capaces de hacer un análisis brillante de la situación actual, pero cuya brillantez es tan luminosa como su ansia de poder y su compromiso con la fronda política chilena. Esto es lo que nos ha dado una gobernabilidad única en Chile, este maravilloso Leviathan chileno, el Estado que se niega a morir, que se alimenta de su propia carroña para renacer y rejuvenecerse como por arte de magia. Y los chilenos nos aferramos a esta dinámica como si nos fuera la vida en ello. Los mismos que hoy critican la muerte y decadencia de la Concertación saldrán por la calle gritando "el Rey ha muerto! Viva el Rey". Qué queda para los ciudadanos comunes y corrientes, como yo? Mejor digamos: Viva Chile. Y sigamos viviendo nuestras vidas.

Coffee culture

Why is coffee a symbol of a lifestyle, a way of communication and also a barometer of society? It seems that the way you drink or share a cup of coffee signals also what type of society you live in, how much freedom you have to voice your concerns and to dip yourself in a more interactive society. Coffee is these days the symbol of the sleek, sofisticated and liberal kind of person that shares his/her thoughts over a cup of smoking dark coffee. From New York to Paris, from Mexico to Sydney it is like a sacred ritual, of social politeness and of being knowledgeable of good urban manners.

In Italy is so omnipresent that it doesn't have to do with the attitude of the person (everybody drinks coffee here), but it is a way chaos and different personalities are expressed. Every person has its own favourite way of having a coffee. Variations are the quantity of water (less is a ristretto, more is called "americano", and considered unworthy of the name "coffee" for 99% of Italians), the presence or absence of milk (macchiato, caffelatte, etc.), the amount of coffee shots (doppio, etc.), and even the cup it is served in: tazza (cup), tazza grande (big cup), vetro (glass). Me, for example, I started off having a caffelatte (one shot of coffee with milk), and evolved into less milk with a simple macchiato. Italy is like that: all Italians do things differently from one another, and agree to be one single people talking and arguing about how the rest of the country is crazy by being different.

In Chile coffee is just an argument to bring people together, under the strangest circumstances. Coffee in Chile is absolutely awful. It doesn't taste well, and only until recently it was the most common thing to find instant coffee even in upmarket restaurants. So, it is not surprising that what is important about coffee is not coffee itself, but the surrounding scenario. Probably the most cultural thing about coffee in Chile is the "coffee with legs". I visited a couple of times these places, for the sake of curiosity (true). It is a mise - en - scene that it is quite outrageous, very close to bad taste. Especially because many people (men) go to have morning coffee. Once I was walking by one of these coffe with legs places and there was a girl at the door inviting passers-by to go in, saying "today we have painted bodies". We didn't go in, just in case.

The strangest thing for me is that even I think of coffee when I want to relax and have a break, even though sometimes if I am honest to myself, I don't really feel like having a cup of the black liquid. Maybe it has finally penetrated my own brain connections and convince me that there is so much more than just a fine-smelling drink, and that its cultural, sexy appeal is more than just an invention.

Monday, April 23, 2007

Roma al trote

Me he encontrado finalmente con la ciudad ideal para trotar. Roma realmente ofrece lo mejor en cuanto a paisajes, circuitos que son desafíos sin ser una tortura, etc. Tal vez debería decir antes que estoy entrenando nuevamente, lo que me hace sentir muy bien. Hay algo en la condición física que me pone de mejor humor, potencia mi capacidad física y me trae una sensación de estar más vivo, de sentir una corriente eléctrica que me empuja a hacer más cosas.

El sábado y domingo recién pasados tuve esa experiencia. El sábado hice mi trote rutinario, sali de mi casa y crucé por las Catacumbas de San Calixto. La colina donde están situadas está cubierta por un parque realmente bello, con caminos flanqueados por abetos y vegetación que es tan propia de Italia. Si bien es bastante corto (1,5 km) se pasa entre edificios antiguos, ruinas, prados (incluyendo rebaños de ovejas pastando) y también... muchos turistas. Luego cruzando la calle, y siempre en mi circuito de trote, se entra por un pequeño pasaje al parque de la Cafarella. Un estrecho pasaje de tierra húmeda rodeada de árboles y de extensiones de verde (con sus ovejas infaltables, que son casi una visión bíblica), con una naturaleza que hace olvidar que estoy a sólo 20 minutos de la urbe que por siglos fue la capital del mundo.

Si el trote se hace demasiado pesado, siempre hay tiempo para ver las ruinas arqueológicas. Las tumbas circulares y las ruinas abandonadas por los siglos dan un ambiente único al lugar, y me hace siempre querer volver. Al fondo del Parque se repite el paisaje bucólico, aunque esta vez con menos turistas y mucha más gente local que hace su paseo dominical en familia.

El domingo repetí la experiencia. Esta vez probé la ruta de la Via Appia Antica. Yo sabía que la cerraban los domingo, dedicándola exclusivamente a los peatones. Pero nunca había ido, y la verdad es que es un lugar increible. El último punto de circulación de vehículos es la Tumba de Cecilia Metella, una construcción circular que es en sí misma una maravilla, y que (siendo muy honesto) sería la atracción estrella de cualquier lugar en Chile. En Roma hay tanto que ver y conocer que es sólo una más. Una vez pasado el mausoleo, empieza la Via Appia. No digo el lugar donde una vez estuvo la Via Appia. Es LA Via Appia. La misma que usaron por cientos de años los romanos y los extranjeros que llegaban o salían de la capital imperial. Las mismas piedras irregulares a modo de adoquines, los mismos arbustos laterales, interrumpidos por túmulos funerarios de nobles que quisieron usar esta vía de acceso a la ciudad eterna para eternizar también la memoria de sus difuntos.

En este punto, el trote sigue bastante distraido por la conciencia de estar en un lugar que no ha cambiado casi nada en dos mil años. Además, la Vía Appia está en medio de un parque, por lo que el entorno es sobrecogedor por su silencio y porque el resultado de tanto esfuerzo de conservación es la sensación de retroceder miles de años en un segundo.

Así, es fácil entrenar. Me quedan varios meses para la Maratón de Firenze y creo que no me van a faltar lugares para trotar y maravillarme por la belleza de esta ciudad.

Friday, April 20, 2007

Mitología italiana

Luego de algunos meses en Roma, puedo decir que he alcanzado una cierta familiaridad con la forma como se vive en esta ciudad. Por supuesto hay muchas cosas que me quedan por conocer y aprender de este país increíble, pero los brochazos gruesos de la cotidianeidad italiana me parecen más reconocibles a medida de que yo también la empiezo a hacer mía.

Y como siempre ocurre, prejuicios (positivos y negativos) que se podrían haber tenido empiezan a confirmarse o a desmentirse. Italia despierta una serie de estas percepciones a priori. Quiero enumerar a continuación las falsas ideas preconcebidas que en general tienen las personas que no han vivido en Italia:

1. Se come bien, pero no es el paraíso culinario del que todos hablan. Es cierto, descubrir cosas como las alcachofas a la judía, los capelletti al brodo, las pastas al cacio e pepe, etc., son delicias que hay que disfrutar. Sin embargo, la cocina italiana es tan expansiva y los italianos la valoran tanto que no deja espacio para nada más. Yo echo de menos la comida hindú, la buena comida japonesa, para qué decir del pan, que aquí aún no lo hacen bien. Parte de esto puede ser una cosa de gustos, pero es cierto que a menos que se haga un esfuerzo consciente (y se gaste un poco más de plata), la cocina italiana se vuelve monótona rápidamente.

2. La gente no es particularmente bella. O será que el tipo físico masculino italiano es el llamativo? porque las mujeres me parecen normales, bellas en muchos casos pero apenas sobre el promedio en cuanto a la cantidad de lo que se ve en la calle.

3. En más de un caso, esto está lejos de ser primer mundo. Yo vengo de un país del tercer mundo. Por mucho que se hable de nuestro desarrollo económico, los chilenos sabemos de nuestras limitaciones y de lo difícil que es la vida para la mayor parte de nuestros compatriotas. Sin embargo, cosas que he visto aquí, como la atención en los hospitales, los trámites eternos que hay que hacer para todo, los servicios bancarios, son tremendamente deficientes, mucho más que en mi propio y querido país tercermundista.

4. Los automovilistas romanos no son más agresivos que los de cualquier otra ciudad. Al contrario, muy rara vez se toca la bocina, y los autos se abren paso en el tráfico entre una actitud decidida pero también respetuosa. Es cierto que las normas del tránsito son más un marco referencial que una norma respetada en todos los casos, pero en general prima un código de conducta no escrito y que hace que la ciudad se mueva sin bocinazos y con una baja agresividad, aunque lentamente.

5. Roma no es desordenada ni sucia. En la misma lógica de lo anterior, todo el mundo sabe el límite de lo tolerable. Estacionarse en segunda fila? está bien siempre y cuando haya espacio suficiente para que los autos sigan pasando por la calle. Las direcciones funcionan, los horarios de atención son risibles (clásico es el que dice: atendemos lunes, martes y jueves 9am-1pm, miércoles 2pm-4pm, viernes cerrado), pero funcionan. Alguien me dijo hace poco: Italia es como un elefante. Es grande y lento, pero camina. Hasta ahora le encuentro toda la razón.

Monday, February 05, 2007

Sono arrivato!

La espera terminó, y luego de un largo recorrido a través de cajas, embalajes, despedidas, arreglos y desarreglos, he llegado a Roma (la capital de Italia, para los que no lo saben). En todo este tiempo que no he escrito en este blog he hecho muchas cosas, se me han ocurrido muchísimos temas para escribir, tanto que podría pedir algunos días libres y dedicarme a tiempo completo para estampar en esta pizarra invisible las impresiones y percepciones de lo que pasa frente a mis ojos. Pero como no puedo, hago un resumen.

Llegué a Roma de noche. El vuelo me llevaba a través de Madrid, donde tuve que parar para hacer escala. La oportunidad propicia para conocer además las nuevas instalaciones del aeropuerto de Barajas, que es como una ciudad en sí misma. Me pregunto si esa arquitectura va a ser finalmente la que domine las ciudades del futuro, donde hay servicios, pasillos y todo a la mano. Bastaría con agregarle un sistema de habitación y tendríamos una ciudad de ciencia ficción.

Consecuentemente la llegada a Roma fue la antítesis de la ciencia ficción. En Roma se ve por todas partes las evidencias de un pasado glorioso, de una capital universal que en su apogeo y decadencia representó todo lo mejor y lo peor del ser humano. Sin embargo, luego de todo este devenir y vagabundear por los siglos y los estilos arquitectónicos, el resultado no es un traje de arlequín chabacano, sino una ciudad de evidente belleza, que impresiona a cada esquina. Cada cuadra es una postal. Lo antiguo es valorado porque es bello, y los italianos están muy conscientes de eso.

Mis primeras semanas en Roma las hice quedándome en una residencia en la Via di Ripetta, que es una de las calles que desemboca en la Piazza del Popolo, donde los gobernantes electos salen a saludar a las multitudes y donde la ciudad se encuentra a sí misma. Todos los días en la mañana caminé a la oficina. Treinta minutos de una caminata plagada de hitos historicos y turísticos. Salía de la ya mencionada via di Ripetta y caminaba por entre callejones de adoquines y paredes vetustas, hasta salir por la via del Babuino a la Villa Borghese, un parque lleno de museos y cosas que hacer, realmente hermoso.

Me pasa algo extraño con Roma. Me doy cuenta de que tal vez en todo el tiempo que esté aquí no voy a alcanzar a conocer todo lo que se puede ver y hacer en la ciudad. Y yo quería (y quiero) viajar por Italia, tratar de conocer la mayor cantidad de lugares y más allá, conocer Europa y visitar la mayor cantidad de países posibles. La vida realmente es demasiado corta para los que quieren conocer el mundo, aunque sea de vista. Por eso me parece tan interesante la vida de los viajeros, sobre todo los de esa época en que el mundo no se conocía por las noticias, ni por internet, ni por televisión. Porque todo es subjetivo, pero tiene precisamente ese valor, que es la visión de una persona, que se ve enfrentada a un país, un idioma y una cultura que le son mayoritariamente ajenas, y que tiene el interés por describirla.

Probablemente a eso me voy a dedicar con este blog durante los próximos cinco años, empezando por cosas tan agradables como la comida y el vino, tópicos de los que es necesario aprender en Italia. Pero como dije al comienzo, hay demasiados temas de los que me gustaría escribir. Lo dejo para la próxima.

Tuesday, January 16, 2007

Comuna ciudad

Estamos tan enajenados en Chile que no nos damos cuenta cómo sectores de la sociedad se van consolidando como ghetos? Chile siempre ha sido un país arribista, con intolerancia social y con ganas de ser otra cosa, aunque su naturaleza sudamericana se lo impida, muy a su pesar. No es que me guste escribir sobre estas cosas, ni quejarme de mi querido suelo. Pero es que hay momentos en que esto se hace intolerable y tengo que descargarme de alguna manera.
El momento de saturación me llegó hoy en la mañana, por una circunstancia casual y en apariencia inofensiva. Iba caminando por la calle cuando reparé en el lema de la Municipalidad de Las Condes: "comuna ciudad". Me quedé pensando. ¿Qué quieren decir con eso? ¿Significa acaso que la comuna es tan autosuficiente que en realidad por un tema de continuidad urbana no es una ciudad aparte? Tal vez apunta a que su poder económico es tan superior a la mayoría de las otras que en realidad no necesita de nadie más para desarrollarse. Es más bien al contrario, sus aportes al fondo municipal significa que está financiando a otras comunas, por lo que es un acreedor neto de otras unidades comunales.
Me puse a pensar en la realidad que encierra Las Condes. En otros países se ha dado que el alcalde de la capital tiene una exposición pública tan grande que es usado como trampolín para la Jefatura de Gobierno. Sólo en Chile se da el caso contrario: el alcalde de la comuna más rica del país, no obstante ser el jefe municipal de un número tremendamente marginal de chilenos, obtiene publicidad y atención nacional y es catapultado a candidato presidencial. Es más, pasa de ser alcalde de Las Condes a ser alcalde de Santiago, y su popularidad decrece en vez de subir. Chile es un país arribista. Es como si todos tuviéramos los ojos puestos en esta comuna que en algún momento surgió de entre chacras y caminos de tierra y cuya potencia económica permitió transformar en términos "in" a nombres propios indígenas: Apoquindo, Vitacura, Apumanque, o incluso Parque Arauco, que si lo despojamos de la connotación altoclasista que ha alcanzado luego de años en el imaginario de esta ciudad, de primeras oídas daría la impresión de ser una feria artesanal mapuche o en el mejor de los casos un "theme park" indígena.
Pero me estoy desviando. Las Condes nos ha ofrecido sólo en el último año una serie de ejemplos fantásticos para graficar la fuerza auto-enajenante de los más poderosos. Partimos por el caso de las prostitutas en el barrio El Golf, donde imperaba el intento de "me da lo mismo que haya o no prostitución, o en qué condiciones se ejerza, siempre y cuando no sea en esta comuna". Luego, con los aires de septiembre me enteré de una realidad que yo personalmente desconocía: los 19 de ese mes se realiza una parada militar privada para los vecinos de la comuna. Así es, tal como suena. Porque antes de volver del Parque O'Higgins, la soldada desfila frente a la municipalidad de Avenida Apoquindo, que instala graderías para que los bien nacidos residentes de esta municipalidad puedan ver pasar a sus protectores y garantes del orden (muy apreciado en este lugar) sin tener que caer en la bajeza de ir a compartir espacios con la chusma en la elipse donde históricamente se ha realizado esta tradición militar.
Y esto sigue. En diciembre, para la Teletón, el alcalde de Las Condes, un tal señor De la Maza, blandió su maza de líder secesionista para negarse a desplegar publicidad de las empresas que auspician a la teletón. Según él, Las Condes podía recaudar más fondos haciendo su propia campaña, con sus propias empresas. Aplastó a mazazos el interés solidario de más de algún lascondino y le negó el ingreso a su feudo precordillerano.
Luego de leer el lema, todo esto comenzó a hervir en mi cabeza como un puchero que poco a poco empezaba a convertirse en una sopa con personalidad propia, en una idea clara, más allá de los episodios anecdóticos que he mencionado. Recorrer Las Condes de hecho es una experiencia extraña. Se pasa de una realidad urbana más o menos homogénea, como es Providencia, Ñuñoa, La Reina, La Florida, etc., a una especie de set de cine: todo es distinto, todo es más grande y suntuoso, pretencioso, con ganas de arrancarse de su propio mundo y ser otra cosa. No voy a ahondar en el hecho de que todo huele a una mala copia. Es casi enternecedor la copia del edificio de la Chrysler, o bien el esfuerzo de asimilarse a Miami de la avenida Apoquindo.
Pero aquí hay de todo: universidades, centros comerciales, malls, hospitales, colegios para educar a sus hijos como debe ser, hasta curas dedicados a bendecir todos sus excesos y hacer quedar bien a Dios con el diablo.
Las Condes quiere ser distinto, y en su desesperado afán de alcanzar su independencia, despide un olor a esquizofrenia y a superficialidad que está bien ocultada por la limpieza de sus calles, por la variedad de su comercio. No quiere saber de Chile, pero sí goza de ser la comuna más mirada, como la niña bonita y arrogante que en el fondo desprecia a sus admiradores.
Y sigo caminando mientras pienso: Comuna Ciudad... se repetirá en el inconsciente de todos sus habitantes, hasta sonar igual que a mi "como una ciudad"?