Monday, February 05, 2007

Sono arrivato!

La espera terminó, y luego de un largo recorrido a través de cajas, embalajes, despedidas, arreglos y desarreglos, he llegado a Roma (la capital de Italia, para los que no lo saben). En todo este tiempo que no he escrito en este blog he hecho muchas cosas, se me han ocurrido muchísimos temas para escribir, tanto que podría pedir algunos días libres y dedicarme a tiempo completo para estampar en esta pizarra invisible las impresiones y percepciones de lo que pasa frente a mis ojos. Pero como no puedo, hago un resumen.

Llegué a Roma de noche. El vuelo me llevaba a través de Madrid, donde tuve que parar para hacer escala. La oportunidad propicia para conocer además las nuevas instalaciones del aeropuerto de Barajas, que es como una ciudad en sí misma. Me pregunto si esa arquitectura va a ser finalmente la que domine las ciudades del futuro, donde hay servicios, pasillos y todo a la mano. Bastaría con agregarle un sistema de habitación y tendríamos una ciudad de ciencia ficción.

Consecuentemente la llegada a Roma fue la antítesis de la ciencia ficción. En Roma se ve por todas partes las evidencias de un pasado glorioso, de una capital universal que en su apogeo y decadencia representó todo lo mejor y lo peor del ser humano. Sin embargo, luego de todo este devenir y vagabundear por los siglos y los estilos arquitectónicos, el resultado no es un traje de arlequín chabacano, sino una ciudad de evidente belleza, que impresiona a cada esquina. Cada cuadra es una postal. Lo antiguo es valorado porque es bello, y los italianos están muy conscientes de eso.

Mis primeras semanas en Roma las hice quedándome en una residencia en la Via di Ripetta, que es una de las calles que desemboca en la Piazza del Popolo, donde los gobernantes electos salen a saludar a las multitudes y donde la ciudad se encuentra a sí misma. Todos los días en la mañana caminé a la oficina. Treinta minutos de una caminata plagada de hitos historicos y turísticos. Salía de la ya mencionada via di Ripetta y caminaba por entre callejones de adoquines y paredes vetustas, hasta salir por la via del Babuino a la Villa Borghese, un parque lleno de museos y cosas que hacer, realmente hermoso.

Me pasa algo extraño con Roma. Me doy cuenta de que tal vez en todo el tiempo que esté aquí no voy a alcanzar a conocer todo lo que se puede ver y hacer en la ciudad. Y yo quería (y quiero) viajar por Italia, tratar de conocer la mayor cantidad de lugares y más allá, conocer Europa y visitar la mayor cantidad de países posibles. La vida realmente es demasiado corta para los que quieren conocer el mundo, aunque sea de vista. Por eso me parece tan interesante la vida de los viajeros, sobre todo los de esa época en que el mundo no se conocía por las noticias, ni por internet, ni por televisión. Porque todo es subjetivo, pero tiene precisamente ese valor, que es la visión de una persona, que se ve enfrentada a un país, un idioma y una cultura que le son mayoritariamente ajenas, y que tiene el interés por describirla.

Probablemente a eso me voy a dedicar con este blog durante los próximos cinco años, empezando por cosas tan agradables como la comida y el vino, tópicos de los que es necesario aprender en Italia. Pero como dije al comienzo, hay demasiados temas de los que me gustaría escribir. Lo dejo para la próxima.