Tuesday, October 03, 2006

Luces y sombras del presupuesto

Yo vi a Velasco. Se sacó la careta de efigie helénica e incluso dejó de lado esa sonrisa burlona que se pinta todas las mañanas para dar a conocer por fin lo que muchos queríamos saber: en qué vamos a gastar (o invertir) la plata del cobre.

Los días previos ya se había generado un debate, que una vez más desilusionó por lo pobre: o bien eran ideas aisladas y un poco excéntricas (partiendo por lo dicho por la Ministra de Defensa de dar créditos blandos a Haití) o bien se centraban simplemente en un tema de cuánto se va a gastar, como si la pregunta de en qué ya estuviera resuelta.

Aparentemente ya estaba resuelta. La cuenta de Velasco fue contundente y magnífica. Magnífica en el más profundo sentido de la palabra. Magnas cifras, magnos aumentos porcentuales, magnas palabras. Quiso dar una sensación de que arriba había gente que estaba muy segura de lo que estaban haciendo, y lo consiguió.

Primero parto por las luces. No podría estar más de acuerdo en lo obvio del presupuesto: el tremendo gasto social es lo que había que hacer. No hay muchos misterios en eso. Nadie podría dudar que en un país como Chile, donde la desigualdad en la distribución del ingreso es atroz, hay que tomar medidas urgentes para hacer un poco de justicia y no conformarse con reducir la pobreza, sino que hacer que el trabajo sea efectivamente fuente de bienestar y no sólo de subsistencia como es ahora.

Pero todo lo demás guatea. Y no es por ser negativo, pero el presupuesto está empapado del mal mayor del gobierno: la falta de una dirección, la ausencia de un "espíritu" que guíe las acciones del país, y que marque una ruta original, que refleje una visión del país que se quiere.

Las palabras de Velasco son interesantes: compara la situación actual con la época del despilfarro del salitre, a comienzos del siglo XX. En esa época, como dice el Ministro, se construyeron palacios, nos disfrazamos de algo que no éramos, y nuestra aristocracia de tonos menores se fue de shopping a París pensando que bastaba con oler a perfume francés para ser europeo. Todo en el momento más trágico de la cuestión social, con una miseria que era varias veces más terrible y profunda que la de ahora.

El Ministro dice que hoy, por fin, vemos la luz al final del túnel del subdesarrollo. Que depende de nosotros salir de este estado que ha sido nuestra condición histórica y convertirnos en país desarrollado, codeándonos con los grandes del sistema internacional. La diferencia con la época del salitre, entonces, no son los objetivos. Todavía queremos parecer europeos. Lo distinto es que hoy tenemos más plata aún y estamos dispuestos a invertir en serio para hacerlo.

Ser potencia agroalimentaria, exportar salmones y madera, ser potencia minera, son objetivos que ya están. Un gobierno debiera ser capaz de tomar lo que ya existe y darles un sentido de unidad, demostrar que están ahí para liderar una sociedad hacia un nuevo nivel de desarrollo en que no sólo valen las mediciones de ingreso per cápita y la capacidad de inversión.

Se gasta en lo social, y está muy bien. Se sabe construir casas, y cada vez mejor. Hay más y mejores hospitales, y está muy bien. Se invierte en educación, que es muy positivo y necesario. Pero el panorama empieza a oscurecer cuando llegamos a temas nuevos donde se requiere de una propuesta audaz, como la innovación, por ejemplo. Da la sensación de que el gobierno arroja recursos a un área que reconoce como importante, pero donde no sabe muy bien a dónde dirigir. Confiado de que aumentando la asignación de fondos a CONICYT se produzca más y mejor ciencia, como por arte de magia.

Donde está en este presupuesto el compromiso y la deuda social de Chile con sus poblaciones indígenas? Dónde están los planes de innovación energética? dónde está el medio ambiente, que es central para el desarrollo del país? que tipo de sociedad quiere el gobierno para el país? No basta con decir "queremos una sociedad más justa, más solidaria, más democrática, más participativa". Eso es poesía. Cuál es la estrategia del gobierno para desarrollar a Chile?

Al final de la cuenta de Velasco queda la sensación de que el gobierno sabe sumar y restar, pero que no tiene imaginación. Que ha tenido una suerte envidiable al encontrarse con una bonanza del precio del cobre nunca antes vista, pero que no ha sido capaz de pensar en grande y lanzar un gran proyecto país equivalente. Mucha plata, gastada de forma conservadora, sobre la base de pocas ideas.

Por eso, al final de su discurso soy yo el que esbozo una sonrisa irónica cuando el Ministro dice: "no sólo vamos a gastar más, vamos a gastar bien". Confiemos en la buena fe y en la suerte del Ministro.

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