Tuesday, May 09, 2006

Llamo a la rebelión del aire

En mi entrada anterior sobre Santiago, no dije nada sobre el tema de la contaminación, y debí haberlo hecho. Es bien conocido que el aire en esta ciudad es de pésima calidad, y que la contaminación llega a tales extremos que todo huele a humo, que el aire enrarecido invade cada cosa como un oleaje permanente que golpea tus pulmones en cada suspiro.

Yo coincido plenamente con aquellos que opinan que el desarrollo de Chile (por modesto que sea) no se condice con los terribles padecimientos que debemos sufrir por culpa de una ciudad mal planificada, y donde no se toman medidas adecuadas para tener por fin un lugar donde respirar no mate.

El problema llega a ser absurdo: Santiago es la capital más contaminada de América Latina (que ya es un gran mérito), tenemos índices de contaminación que nos obligan a decretar pre-emergencia ambiental casi todos los días, los colegios tienen que suspender las clases de educación física, etc.

Ya no sirven de nada las explicaciones que siempre salen a colación cuando se habla de este tema: que hay demasiados buses, que hay demasiados autos, que la población está demasiado concentrada en la ciudad (en comparación con regiones cada vez más desiertas), que todos trabajan en el centro, que hay demasiadas industrias, la lista suma y sigue. Hasta se apunta al fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia como el posible culpable de la contaminación, por elegir un valle tan cerrado como el del Mapocho, donde no hay ventilación y donde hay que esperar lluvia o el calor del verano para deshacernos de algo de polución.

Yo creo que ha llegado el momento de tomar el toro por las astas. Primero, reconozcamos que este es un problema colosal. Si queremos resultados en un plazo razonable, hay que olvidar las soluciones de mejoras graduales, que es algo que se hace eterno. Por una vez en la vida, olvidémonos de nuestra timidez ancestral y seamos radicales, veamos más allá de nuestras irritadas narices y démonos cuenta de que hay que hacer algo ahora, rápido. Ni siquiera repetiré la monserga de que es para las generaciones futuras. Lo digo yo, un santiaguino que aspira a llegar a los cincuenta años de edad con pulmones relativamente sanos.

Por eso, es útil en este momento repasar algunas ideas radicales. Como el enfermo que se muere y ya no tiene nada que perder, Santiago tiene que echar mano de respuestas poco convencionales a este problema:
1. Eliminar las micros amarillas, YA!
2. Hacer una inversión fuerte y radical y construir todas las lineas que faltan del Metro. Hablo de TODAS, funcionando en un plazo de 5 años. Me cuesta encontrar otra forma mejor de invertir de los excedentes del cobre.
3. Convertir el auto en un artículo de lujo, a través de impuestos y peajes dentro de la ciudad. Por supuesto, esto debe ir aparejado de un buen transporte público, que se lograría con los puntos anteriores.
4. Hacer desaparecer un par de cerros alrededor de Santiago para permitir la ventilación del valle. A mi esta solución siempre me ha parecido genial, pero sospecho que es técnicamente costosísima y lenta. Cuánto se demora uno en hacer desaparecer un cerro?
5. Hacer el centro de Santiago totalmente peatonal. TODO, entre la Alameda por el sur y el río Mapocho por el norte. La gente caminaría más, y contribuiríamos a que la gente tuviera mejor salud a través de más ejercicio.
6. Dar significativos incentivos tributarios para que las industrias se reinstalen en provincias. De qué tienen miedo los santiaguinos que no lo hacen ya? No tenemos buenas carreteras que de todas maneras abaratan el transporte?
7. Convertir a la CONAMA (Comisión Nacional de Medio Ambiente) en un ente regulador poderoso, e independiente, igual que el Banco Central, con autoridades que no estén más preocupadas de hacer ver bien a la autoridad que los designó que de mejorar realmente el aire que respiramos. Si es necesario crear un Ministerio, que así sea, pero la independencia y el financiamiento de la entidad reguladores son ABSOLUTAMENTE necesarios, AHORA!, no mañana ni pasado mañana.
En fin, sólo 7 ideas, casi perforo el teclado de la rabia con que he escrito estas lineas. Es una pena que haya una y mil razones que impidan tomar medidas correctivas, que nos permitan respirar mejor y tener una ciudad sustentable. Por mientras, a problemas radicales, soluciones radicales. Lo demás es simplemente dilaciones que se convierten más bien en discursos delirantes, provocados al final de todo por la modorra del ciclo político, donde nadie quiere saltar este puente en llamas porque siempre hay una elección a la vuelta de la esquina.
Suspiro hondo mi hollín del día, y apago el computador.

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