Friday, June 09, 2006

Receta para lidiar con lo extraordinario

Los dos colegiales toman café en taza de plumavit a la entrada del colegio. Están vigilando la entrada y salida de personas del liceo que se tomaron días antes. Mientras conversan sin un tema claro, la gente pasa frente a la reja llena de carteles, ocupada de sus propios asuntos. Sin embargo, se puede ver una cierta simpatía por la causa que esgrimen estos jóvenes que sólo ayer eran niños, y que levantan banderas y defienden ideales con una locuacidad que nadie se explica bien.

Los dos colegiales están vestidos con sus uniformes de colegio. La corbata que debiera estar bien anudada por debajo del cuello de la camisa, parece más bien una amarra hecha en la oscuridad. Los dos son más bien un remedo de lo que el país espera de ellos: hombres formales y padres responsables con una vida ordenada y un trabajo estable, obedientes de las leyes escritas y normas sociales. Algún día sus figuras serán una composición aceptable de líneas rectas, de telas sin manchas, de palabras grises y caminar cabizbajo.

Yo vivo a una cuadra de este liceo. Y mi vida diaria no ha sido afectada en absoluto por este movimiento. Es increible cómo podemos vivir totalmente ignorante de las inquietudes y angustias que crecen silenciosamente dentro de personas como los estudiantes, para quienes esta movilización y estas tomas -que estos días ya empiezan a acabar- no es algo repentino, como es para mí, es algo que se veía venir.

Ellos lo veían venir. Y el resto del país seguía viviendo su existencia acartonada. Los centros de estudio asociados a los partidos políticos seguían preguntándose cómo lo hacemos para evitar que el electorado siga envejeciendo, cómo hacer que los jóvenes se interesen en las cosas públicas, cómo mejorar la imagen de los políticos y cómo aumentar la participación ciudadana.

La respuesta la tenían hace tiempo los dos colegiales en la puerta del liceo. No hay peor sordo que el que no quiere oir. No querían oir o ver lo que estaba pasando entre aquellos que dicen dirigir o representar. Qué pasó con los puerta a puerta, con los encuentros comunales, con las conversaciones que los candidatos tuvieron con grupos juveniles, no tuvieron suficiente información sobre Esto me parece tan asombroso como indignante, y en cierto sentido, es muy interesante. O sea, ¿dónde se produce la falta de comunicación?

¿Qué hay de malo en nuestro sistema de representación política que se producen estos de comunicación? ¿Cómo es posible que nuestro gobierno y nuestros parlamentarios no sean capaces de ver problemas tan graves como el de la educación? Ahora todo el mundo dice que la educación está pasando por una crisis casi terminal, y que hay que llevar adelante una reforma integral. Pero si eso no estaba ni siquiera en los discursos de los candidatos a presidente, sólo hace unos pocos meses!

Entonces, quiero presentar una teoría: Chile, la sociedad chilena, o sea, todos nosotros, sufrimos de una enfermedad colectiva: esquizofrenia conservadora. Es decir, nos movemos en una realidad que no nos pertenece, y al mismo abrazamos un discurso conservador del cual no nos saca nadie. En este caso, dos décadas de concertación se han transformado en el campeonato de lo políticamente correcto, un discurso inventado sobre las bondades de la democracia, una especie de tabla de la ley seudo - papal ("vocación de servicio público", "los pobres no pueden esperar" "hay que fortalecer la familia") mezclada por un discurso político que se reproduce sobre la base de las mismas ideas una y otra vez repetidas ("la familia es la base de la sociedad", "alcanzar los consensos políticos", "más participación para la ciudadanía"), aliñado por un hato de actitudes y frases manoseadas y que ya suenan a muletilla ("quiero decirlo muy claramente", "he recorrido todo Chile", "hay que atender las necesidades reales de la gente").

En efecto, cuáles son las necesidades de la gente? Los políticos se reúnen y no son capaces de verlo, porque sufren de una ceguera parcial que les permite ver sólo lo que sus mentes miopes les dictaminan. Pero tal vez no es algo exclusivo de los políticos, después de todo somos todos los chilenos los que los elegimos una y otra vez. Estamos todos enfermos de esta esquizofrenia? Estoy yo enfermo?
Lo que me parece indiscutible es que como sociedad somos incapaces de leer y percibir a tiempo las necesidades que nos aquejan. Somos incapaces de ver nada que nos saque de nuestro discurso consensual-esquizoide o de nuestra realidad acomplejada. Estamos sentados sobre un montón de problemas que tal vez intuimos pero que no tenemos idea de su dimensión o de su peso en el mar de males que nos aquejan.
Lo extraordinario nos acecha desde los rincones más cotidianos. Incluso disfrazados de escolares a la entrada de un liceo.

No comments: