Thursday, August 10, 2006

La vida es un eterno flashback


En la universidad yo participé de algunas publicaciones, escribí varias veces sobre la realidad que me tocaba vivir. Mi estilo era intencionalmente polémico, con el consiguiente surgimiento de enemigos naturales (los atacados por mis encendidas líneas) e inesperados (sorprendidos, envidiosos, etc.). Las temáticas en esa época (principios de los 90's) eran muy marcadas, y giraban en general en torno a cómo construir la democracia luego de la dictadura, y más específicamente en mi caso, en cómo la llegada de las autoridades electas trajo casi automáticamente un desencanto profundo. Esperabamos tanto del nuevo presidente, creimos que todo efectivamente sería un arcoiris de oportunidades y tolerancia. Deberíamos haber estado preparados para lo que pasó, y saber que 20 años después tendríamos esta democracia sin gusto a nada, como una polera gastada luego de muchos enjuagues y centrifugadas de ideas repetidas hasta el cansancio.

La crítica era justamente ésa: esto que empezó el 12 de marzo de 1990 (que dicho sea de paso, fue mi primer día de clases en la Universidad... qué sugerente, no?) no era lo que esperábamos. Pero ahora mirando hacia atrás, la reacción debió haber sido otra: eso que llegó luego del fin de la dictadura fue un lujo que no supimos aprovechar, o no estabamos preparados para hacerlo.

Mi ruta de ideas fue bastante lógica y creo que hasta predecible (ex post, por cierto):
A los 15: púber ignorante, preocupado más del disco debut de Metallica que de otra cosa.
A los 17: adolescente que defiente con pasión y profunda ignorancia una democracia prometida por el tambaleante proceso político del país. Lágrimas el 5 de octubre del 88.
A los 19: estudiante universitario, más activo en política pero paulatinamente desencantado por las "ligas mayores" de la vida pública. Un hijo de la dictadura no sabe bien qué hacer con tanto espacio. Entiendo qué quiso decir Fromm con eso del "miedo a la libertad".
A los 20: crisol de sensaciones contradictorias, dedicado a redactar encendidas filípicas contra la ultraizquierda promiscua, borracha y totalitaria.
A los 22: convencido de que todo vale hongo, abocado a sacar mi tesis de grado y ganar un poco de plata.
A los 25: casado, viviendo una vida de pequeño burgués, y trabajando. Pensando que la vida ya resolvió sus preguntas más fundamentales y que lo que sigue son porciones más grandes o más pequeñas de lo mismo.
Por supuesto, nada estaba resuelto. Fukuyama hubiera dicho que mi historia personal ya había resuelto sus contradicciones básicas, y lo que seguía era simplemente una repetición de lo ya existente, de lo ya logrado.
Pero la vida se recrea, renace destruyendo algunas cosas y presentando otros desafíos que traen nuevas preguntas.
Creo que es muy interesante ver que los viejos temas del desencanto con la democracia vuelven a producirse, y se levantan como nuevas interrogantes que afectan mi vida como persona preocupada de temas públicos. De hecho el título de este blog - Homo Ludens - responde un poco a una visión irónica sobre el poder, las estructuras y la sociabilidad política. Ante un sistema que no responde a las preguntas básicas que uno puede tener como honesto interés en temas de fondo, tal vez no queda más remedio que tomarse las cosas de forma ligera, despreocuparse en parte de la gravedad de los grandes temas y reirse un poco de uno mismo.
Seguramente el éxito de publicaciones como The Clinic responde también a un sentir generalizado de que la única forma de aterrizar en este ambiente convulsionado por las grandes ideas y por las pequeñeces de políticos y ciudadanos rasos es aceptar con humor una realidad que nos supera y que está lejos de ser lo que uno esperaría de ella.
Después de todo, como en los dramas griegos, la tragedia no es sino la cara oculta de la comedia. Y francamente, en mi caso, después de años de soledad, de alejamiento de Chile, de altibajos vitales, prefiero tomarme las cosas con liviandad y no con tanta seriedad. Esto, hasta que sienta nuevamente la necesidad de escribir despiadadamente sobre las cosas que me importan, ganar nuevos enemigos y sentirme vivo, una nueva forma de estar vivo. Sin miedo a esta libertad recuperada hace muchos años.

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