Monday, August 28, 2006

O sea... pongámonos de acuerdo, ok?

En un país como Chile, debieramos tener clarísima la idea de qué es una democracia y cuándo estamos frente a algo que no lo es. También debieramos saber bien que la democracia no es un estado natural de las cosas. Que apenas surgen tendencias golpistas, o cuando emergen grupos y tendencias que tratan de limitar libertades y hacerse de un poder que pasa por encima de los demás, hay que actuar rápido para defenderla. Si se mira hacia atrás en el tiempo, se ve perfectamente que las personas no han gozado de democracia en la mayor parte de la historia de la humanidad. De hecho, siendo realistas tenemos que asumir que las libertades civiles, la capacidad de expresión libre, las trabas al desarrollo social, son invenciones modernas, que tal vez son consustanciales a la felicidad de los seres humanos, pero que están lejos de ser necesarios para la subsistencia de la sociedad.

Cómo explicarse de otra forma que en América Latina, por ejemplo, el péndulo político tenga un arco corto en el lado de la democracia y se pegue al lado del autoritarismo con más frecuencia de la necesaria? Los intentos de reforma democrática quedan reducidos a gestas políticas que después adornan las poleras de los adolescentes o bien caen en la corrupción que los transforma más bien en maquillaje, en un juego de humo y espejos, donde todos jugamos a ser felices y a no reparar en la desnudez de nuestros emperadores.
La democracia es en sí misma una idea muy sencilla. Las mayorías gobiernan a través de sus representantes, y respetan a las minorías, sobre la base de la igualdad y el respeto a los derechos humanos básicos. Las minorías eventualmente se transforman en mayorías.
No cabe en este esquema un gobierno que interviene el poder judicial y elimina a jueces que no le sigue sus amenes. Un gobierno que se perpetúa y que descalifica a la oposición. Que no vela por un juego democrático limpio. Que trata de intervenir en otras democracias. Que persigue y hostiga a quienes no están de acuerdo con sus puntos de vista. Que monopoliza los medios de comunicación. Que genera expectativas infundadas en la población más pobre. Que utiliza recursos públicos irresponsablemente. Que hace de la demagogia el pan de cada día.
Chile debería saber todo esto. Y no hay razones de simpatía ideológica que lo justifique. El romanticismo hay que dejarselo a los poetas. Los políticos, si son serios, deben tomar sus decisiones sin consideración de las palabras bellas o de los ideales que algún día fueron un planteamiento válido pero que hoy se caen a pedazos. Un adversario común tampoco justifica nada. Una persona que pone una bomba en un lugar público pero que privadamente es generoso y considerado, es un terrorista y no hay discusión que valga. Un pacifista que privadamente golpea a sus niños es un criminal y no hay discusión que valga. Un dictador que se opone a un imperio opresor sigue siendo un dictador. No lo transforma en bueno.
Si Chile ha aprendido algo de su historia, si en algo pesa nuestra experiencia de país democrático, si algo nos dicen nuestras heridas y recuerdos amargos, si en algo valoramos lo que hoy tenemos, no podemos votar por Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU.

No comments: