Wednesday, November 04, 2009

Cuando escucho la palabra consenso, saco mi pistola!

Viendo la carrera por la presidencia de Chile, me pregunto por qué razón los candidatos muestran cada vez más una tendencia al empate. A la incapacidad de ganar por margen amplio. En Chile hay un empate casi perfecto entre Piñera por un lado, y Frei - MEO por el otro.

Me pregunto por otros casos similares en le historia reciente, por ejemplo la primera elección de Bush hijo. El presidente tejano de triste recuerdo ganó finalmente porque algunos cientos de votantes en un universo de cientos de millones decidieron votar por él. Las elecciones absurdamente estrechas no se limitan a Estados Unidos, como se sabe. Lo mismo pasó en Italia cuando Berlusconi fue derrotado luego de cinco años en el poder. Incluso en nuestro propio chilito la elección de Lagos - Lavín fue contando voto a voto.

A mi me parece que la explicación a este fenómeno es evidente, de hecho muchos lo dicen y repiten sin ninguna preocupación, como sin darse cuenta de lo que significan sus palabras. Todo se resume a que los candidatos no tienen mayores diferencias entre ellos. Lo único que los separa es la capacidad personal para llevar adeltante ese programa de gobierno que todos suscriben.

De acuerdo. Tener candidatos de acuerdo entre ellos sobre lo que son las prioridades del país es algo innegablemente bueno. Evita la inestabilidad política y ahorra tiempo en los temas más básicos de la sociedad. El extremo opuesto es Bolivia, donde (al menos hasta la elección de Evo Morales) ni siquiera ha habido acuerdo para el concepto de país. En La Paz se pone en duda incluso la viabilidad de Bolivia como unidad política, tironeada por las fuerzas centrífugas de los regionalismos y las etnias.

No obstante, a pesar de aceptar las bondades de propuestas uniformes de gobierno, surgen algunos inconvenientes que son demasiado grandes para ocultarlos.

En primer lugar, un llamado "empate técnico" entre candidatos opositores genera mayorías débiles, que generalmente son incapaces de llevar adelante las reformas y las iniciativas que se plantearon en la respectiva campaña electoral. Ahí ya no sirve de nada tener programas casi comunes con la oposición, porque igual van a torpedear las ideas del gobierno. Porque ante la ausencia de idearios distintos, el objeto del ataque es la persona.

En segundo lugar, cuando los electores no son capaces de inclinar claramente la balanza hacia uno u otro lado, sucede lo mismo: ante la falta de programas de gobierno que se puedan distinguir unos de otros, la gente vota por la sonrisa que le gusta más, por la persona que habla mejor (sin importar mucho de qué hable).

Y por esa razón las elecciones se ganan por estechísimos márgenes, siguiendo más bien las leyes de la estadística. Si en una superficie tienes dos concavidades más o menos igual de profundas, y dejas caer pelotitas al azar, entonces se van a distribuir bastante uniformemente. Es lo que dice la estadística y es lo que pasa en la práctica en todas las elecciones que he mencionado.

Lo que a mi me molesta es que los candidatos, prisioneros de la ambición por conquistar el poder político, no se atrevan a ser distintos, o dicho de otra forma, no se atrevan a mostrar que efectivamente son distintos unos de otros. En cambio se quedan en esta maraña de lugares comunes y frases que no significan mucho y que los electores tenemos que soportar día a día en medio de esta campaña electoral.

Yo sé que Piñera, Frei y MEO son distintos entre sí. Sin embargo, si me ajusto a lo que ellos proyectan, veo que nos aproximamos a un empate técnico que nos va a dar un gobierno débil y gastado desde el comienzo. Ojalá los candidatos discreparan un poco más. Creo que a estas alturas sería la única forma de salvar ese bendito animal que tanto nos ha dado: el consensus chilensis.

No comments: